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21 de Septiembre de 2025 15:00
El fútbol colombiano, a pesar de sus recientes logros internacionales, todavía enfrenta limitaciones significativas debido a la falta de apoyo gubernamental y federativo, una lenta profesionalización y condiciones precarias en las categorías inferiores. En este contexto, cada objetivo alcanzado es una victoria personal.
La llegada de Luna Reyes al Club bogotano Millonarios no fue casualidad, sino el resultado de una trayectoria marcada por la determinación. El fútbol para ella era más que un juego, se convirtió en un refugio y un espacio de desconexión. Desde muy joven, Luna demostró una seguridad impactante bajo los tres palos, destacando por su desempeño. A los siete años, tras haber probado varios deportes y comenzar jugando como mediocampista, sus reflejos la llevaron a la portería. Inició su formación en el equipo Caterpilar, jugando con nóminas mixtas hasta los 11 o 12 años, antes de pasar a la Selección Bogotá.
Durante su tiempo en la Selección Bogotá, Luna dejó pasar el balón debajo de sus piernas en un partido contra Antioquia, lo que les costó el campeonato en el minuto 77. Este incidente la impulsó a trabajar intensamente en su técnica de atajar balones rasos, lo que ella llama "el cajón", convirtiéndose en su fortaleza actual. Su salto a la élite se consolidó con su paso por Fortaleza CEIF, una de las canteras más importantes del fútbol colombiano, donde pulió sus habilidades y forjó su carácter. A pesar de un inicio complicado en Fortaleza debido a un contagio de COVID-19 que la dejó fuera de los primeros partidos y afectó su rendimiento, Luna debutó notablemente contra el Atlético Nacional, un partido que culminó con empate 1-1 frente al equipo líder. Aunque Nacional la contactó, ella declinó la oferta para no ser tercera opción detrás de dos jugadoras de Selección Colombia y evitar una primera experiencia lejos de casa sin garantías de minutos.
Su camino luego la llevó al equipo rojo de Bogotá, un salto crucial en su carrera. En Independiente Santa Fe, obtuvo mayor oportunidad y protagonismo durante un par de temporadas, liderando una defensa sólida y con autoridad, y contribuyendo a la consecución de un campeonato de liga en 2023. Fue convocada, pero lista para debutar una lesión la apartó por mes y medio de las canchas. A sus 18 años, Luna era considerada una de las arqueras más prometedoras del Fútbol Profesional Colombiano. A pesar de la rivalidad por ser hincha de Millonarios, Luna reconoce y agradece profundamente a Santa Fe la confianza recibida, su crecimiento deportivo y mental, y la experiencia de ser campeona de Liga.
Justo cuando vivía un momento clave en su carrera con Independiente Santa Fe, recibió un llamado inesperado del equipo rival, Millonarios FC, el equipo embajador, que le manifestó su interés y le hizo una propuesta. Para Luna, la decisión fue clara: no dudó en aceptar la oferta, pues significaba cumplir el sueño de jugar para el equipo que ama y del que es hincha. La propuesta llegó de parte de Diego Toro, asistente técnico de Millonarios, quien la ha entrenado desde pequeña. Luna, sin otro equipo en ese momento, aceptó aun sabiendo que llegaba a luchar por un puesto que en Santa Fe había consolidado, y comenzaría un proceso como tercera arquera. Un año después, recibió ofertas de varios equipos, pero, debido a los plazos ajustados, volvió a aceptar la oferta de Millonarios para no quedarse sin equipo y seguir entrenando. Esta elección subraya su profundo amor por la camiseta de Millonarios.
Para comprender la magnitud de los sacrificios de Luna hay que conocer sus motivaciones más profundas. Una de las historias más conmovedoras de su carrera se remonta a un torneo en Palmira, donde las condiciones fueron extremadamente difíciles: un equipo improvisado, un hotel para camioneros con 20 jugadoras, distribuidas en dos cuartos sin ventilación en pleno calor, y con comida de mala calidad. El viaje en bus fue demoledor; llegaron a las tres de la mañana para jugar a las nueve.
Pero más allá de las adversidades del torneo, este viaje estuvo marcado por un evento personal. Poco antes de partir, su abuela paterna, a quien Luna llama cariñosamente "Tita" y de quien es muy apegada, sufrió un paro cardíaco y no mejoraba. Inicialmente, Luna no quería viajar, pero su abuela ya había pagado la mitad del viaje, por ello su familia la animó a asistir y "sacar la cara por la Tita". Al tercer día del torneo, recibió un video de su abuela diciéndole que estaba bien.
A pesar de las dificultades del viaje y los problemas que enfrentaron, Luna jugó un torneo excepcional. Ganaron el subcampeonato y ella se destacó en la portería, especialmente en los penales. Al regresar, Luna pudo entregar el trofeo a su abuela, quien ya estaba recuperándose en casa. Este momento le generó una inmensa satisfacción y la certeza que estaba haciendo las cosas bien. Esta experiencia, aunque trágica, se convirtió en una poderosa lección de vida y un motor para su carrera.
La palabra que resume la trayectoria de Luna es "perseverancia", la cual asocia con disciplina, amor y el enfoque en sus metas. Su dedicación es total: entrena todos los días, incluso en días de descanso se mantiene activa en el gimnasio. Su rutina diaria incluye levantarse temprano para entrenar desde las 9:30 AM hasta el mediodía, para luego descansar, y trabajar en las tardes con la fundación constituida por su madre.
Esta dedicación ha implicado sacrificios personales. Cursó un semestre de Diseño Digital, pero lo reprobó por acumulación de inasistencias en algunas asignaturas, debido a los tiempos que debía destinar para participar en los Juegos Nacionales. Ha sacrificado momentos sociales con amigos. Sin embargo, sus amistades más cercanas adaptan sus planes a su inesperada agenda.
Luna es consciente de las diferencias y desafíos que aún enfrenta el fútbol femenino colombiano en comparación con el masculino. Señala la falta de profesionalización y apoyo en aspectos como el arbitraje, que califica de "terrible" por su falta de conocimiento. Destaca la necesidad urgente del VAR en una liga tan vista como la colombiana. Además, menciona las precarias condiciones de la dotación para equipos pequeños: solo cuentan con dos uniformes al año. A pesar de los avances en patrocinios y la extensión de los contratos que antes solo cubrían unos pocos meses de Liga, aún hay mucho por hacer.
Luna continúa en Millonarios, entrenando con la misma disciplina, dedicación y esfuerzo. Para tener minutos y no perder práctica, Luna juega tanto con el equipo profesional como con la categoría Sub 20, donde es titular indiscutible y participando en diversos torneos. Sin embargo, también explora opciones internacionales, con el objetivo de conseguir más minutos. Tiene en mente equipos como el Rayo Vallecano en España, y ha considerado enviar videos a clubes como el Barcelona, que busca jugadoras de cantera, y la Roma, que está promoviendo talentos de su academia a la primera división. Para Luna, cada día de entrenamiento y cada sacrificio son un paso más hacia la consolidación de su sueño profesional.
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