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14 de Noviembre de 2025 18:48
Para conseguir una cita con el alcalde de Zipaquirá, Fabián Rojas, debes disponer de tiempo y paciencia: tiempo para hacer múltiples llamadas y enviar varios mensajes, y paciencia para que, cuando finalmente te respondan y te agenden una cita, estés preparado porque cuestión de segundos te la pueden cambiar. Al menos, esa fue la impresión que tuve en mi primer contacto con él.
El día de la reunión atravesé parte de la Sabana de Bogotá, una amplia meseta con relieve, hasta llegar al municipio de Zipaquirá, enclavado entre montañas y valles, que exhibe una vibrante mezcla de tradición y modernidad. Me dirigí a la alcaldía, ubicada en la plaza principal, reconocible por su base de piedra blanca y las grandes banderas que ondean sobre ella. El edificio se levanta en la esquina, justo al lado de la iglesia de ladrillo.
Al entrar, encontré un espacio muy iluminado, con una construcción colonial en la que predominaban los colores blanco y verde. Allí se respiraba un ambiente acelerado; no sé si era porque el edificio se comparte con otras entidades del Estado, o por alguna otra razón. La secretaria que me recibió me dijo con una amable sonrisa que el alcalde estaba en una reunión.
Esa amabilidad de sus colaboradores es también un reflejo del estilo de Fabián Rojas, un hombre zipaquereño, calvo, alto y acuerpado, que siempre está dispuesto a ayudar al otro o, al menos, a tratar de encontrar una solución. Las personas que trabajan bajo el mismo techo con él lo perciben como alguien buena gente y humano, que siempre busca el bien mayor. Más allá de las obras que ha realizado, destacan su seguridad y confianza, incluso frente a las dificultades.
Mientras esperaba afuera, conversé con ciudadanos del común. Sus opiniones estaban centradas en su gestión como alcalde, lo más tangible para ellos. Sin embargo, varios resaltaron su calidad humana y su vocación de servicio.
Es importante recordar que Fabián enfrenta una revocatoria de mandato, siendo el primer alcalde en la historia de Zipaquirá en vivir esa situación. Él la justifica como un "malestar de algunos sectores, sobre todo de izquierda, a quienes vencimos en las pasadas elecciones y que pues aún no han aceptado que nosotros estemos gobernando la ciudad". También asegura que muchos lo rechazan por resentimientos políticos, especialmente porque su principal competidor lleva más de cuatro años postulándose sin éxito. La oposición lo acusa de enfocarse demasiado en lo humano y descuidar prioridades como infraestructura y necesidades básicas, además de no escuchar siempre a la comunidad.
Su secretaria y principal aliada, mano derecha por más de 20 años, reconoce que esta etapa ha sido una de las más difíciles, pues, como dijo: "tener a todo el mundo contento es difícil". Aun así, asegura que Rojas ha manejado la situación con gran seguridad.
Tras una larga jornada de espera comprendí por qué era tan difícil conseguir una cita: Rojas se mueve sin descanso entre el despacho y las comunidades. Después de varias horas de llamadas, mensajes y creciente impaciencia, me vi obligada a retirarme sin lograr la entrevista. Tendría que intentarlo de nuevo, así que seguí la sugerencia de hacer otras cosas y regresar en la tarde.
Al caer la tarde, mientras las palomas que acompañan la plaza desde temprano en la mañana volaban, regresé a la alcaldía y, finalmente, me encontré con Fabián Rojas en su despacho, ubicado en el segundo piso del edificio.
Fabián llegó acompañado de su jefe de prensa, Mayra Nieto, y me invitaron a entrar. Crucé un amplio salón y una imponente puerta. Dentro, una bicicleta negra colgaba de la pared junto a un gran tablero con el mapa de Zipaquirá y una planta alta y verde. Había también un pequeño altar con figuras religiosas y fotos familiares.
A la derecha, una mesa larga con varias sillas de oficina y, en la pared, un cuadro de Antonio Nariño. Al lado, otra puerta conducía al pasillo principal, junto a una pared que exhibía su recorrido político.
Al fondo, se alzaban las banderas de Cundinamarca, Colombia y Zipaquirá. Frente a ellas, su escritorio: una silla negra de oficina y una amplia mesa de madera café, acompañada de dos sillas adicionales. Sobre la mesa destacaban figuras religiosas, fotos familiares, un reloj de arena, una minibandera de Colombia, un globo terráqueo y varias medallas y reconocimientos.
Todo ello transmitía la imagen de un hombre religioso, patriota, unido a su familia, ordenado, con cierto aire narcisista y gran compromiso institucional.
Me confesó que su sueño siempre había sido ser alcalde de Zipaquirá. Con 20 años de trayectoria política —ocho como concejal y diputado—, relató que su motivación inicial fue la historia de Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara Bonilla. Desde enero de 2024, ejercer como alcalde se ha convertido en su mayor desafío.
“Creo que ha sido el reto más complejo en el que he tenido... es una responsabilidad muy grande porque ser alcalde es supremamente complejo de tener a todo el mundo feliz, contento, satisfecho”, afirmó Rojas.
Su jefa de prensa, Mayra Nieto, asegura que él “ama su ciudad y que quiere dejar un legado”.
Respecto a la revocatoria, Fabián se muestra tranquilo y la considera una “valiosa experiencia” y una opción legítima de la ciudadanía. Su mayor frustración, sin embargo, es la gestión diaria: “Mi mayor limitante en el ejercicio de alcalde es no tener el presupuesto para dar soluciones a muchas problemáticas”.
También le preocupa la desinformación que circula, especialmente desde la oposición. Sobre las críticas al proyecto del Parque La Esperanza y el supuesto cambio del logo de Zipaquirá, aclaró que son "rumores" infundados. Explicó que el parque busca ser un espacio para ferias y actividades económicas, no desaparecer. En cuanto al logo, aseguró que no se modificó durante su gobierno, sino que se trabaja en una "marca ciudad" para fortalecer el sentido de pertenencia, sin usar recursos públicos.
En lo personal, mostró cierta inquietud: cambiaba de postura y respondía con más cautela. La familia, sin embargo, es su "núcleo vital". Aunque sus responsabilidades le restan tiempo, procura reservar los domingos para visitar a su padre y hermanos.
Sin importar el tipo de pregunta, Fabián casi siempre regresaba a hablar de su labor como alcalde, como si esa función nunca se apartara de su mente, evidenciando el compromiso y la gran responsabilidad que siente. “Yo creo que me motiva el amor que le tengo a esta ciudad, el cariño que le tengo a la ciudadanía y el querer sacar adelante de verdad el lugar en el que vivo y en el que seguiré viviendo”, resume.
Mayra lo describe como alguien que “ama su ciudad … realmente quiere dejar una huella”. Resalta su determinación, carisma y humanidad, aunque también su carácter fuerte. Lo considera un líder “incansable” que mostró gran “autocontrol” durante el proceso de revocatoria, manteniéndose enfocado en el trabajo.
Días después, conversé con Belkis González, amiga de Fabián desde hace cinco años, cuando él era diputado. Su relación se fortaleció trabajando en proyectos de educación superior para jóvenes zipaquereños, logrando que el 52% de los bachilleres ingresaran a la universidad, superando así el promedio nacional. Belkis se mostró orgullosa de sus logros y destacó su humanidad y prudencia de Rojas, a quien describe como alguien humilde y con autocontrol, incluso en situaciones extremas: “Yo, por ejemplo, yo no le conozco un grito a Fabián”, aseguró.
En suma, Fabián Rojas se presenta como un líder marcado por la dualidad entre la exigencia de gobernar y la vocación de servir. Su carácter firme, su fe, el apego a la familia y el amor por Zipaquirá lo definen tanto como las críticas y desafíos que enfrenta. Entre la revocatoria, las tensiones políticas y las limitaciones presupuestales, se mantiene en movimiento constante, convencido de que su legado será el de un hombre que, con aciertos y tropiezos, buscó dejar huella en la ciudad que lo vio nacer.
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