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28 de Diciembre de 2025 00:00
Exploraremos los desafíos, los logros y los momentos definitorios que han forjado su camino profesional, y descubriremos las claves de su éxito en el fascinante mundo del periodismo económico.
Erika Fontalvo es una figura destacada en el mundo de los medios de comunicación en Colombia. Actualmente, ocupa el cargo de directora del diario más importante del Caribe, El Heraldo, siendo la primera mujer en asumir esta posición. Su impresionante trayectoria incluye roles notables como presentadora en programas de renombre como CM&, Noticias Caracol y Canal Capital, donde ha dejado su huella como comunicadora. Además, su experiencia se extiende a la radio, donde fue parte integral de la mesa de trabajo del influyente informativo 'Hoy por Hoy' en Caracol Radio.
No solo se destaca por su carrera sobresaliente en los medios, sino también por su sólida formación académica. Posee una licenciatura en Comunicación Social y, además, un máster en Inmigración y Cooperación Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid, lo que refleja su compromiso con la comprensión de cuestiones globales y su capacidad para abordar temas complejos en su trabajo periodístico.
En los últimos 30 años, las mujeres han ocupado cargos directivos de manera creciente. Ha sido un proceso de crecimiento y, efectivamente, se nos han brindado espacios gracias a avances importantes y aperturas significativas. En este sentido, el liderazgo de las mujeres, su capacidad de trabajo y su forma de articular equipos, así como su visión particular, son elementos clave. Sin lugar a dudas, esta visión es diferente de la que pueden tener los colegas hombres. Muchas veces, las mujeres entendemos las realidades de una manera no necesariamente distante o diferente de los hombres, pero sí con una perspectiva particular.
Nos centramos en detalles específicos y en situaciones que afectan a determinados colectivos. Esto nos permite construir equipos de trabajo que respondan no solo a asuntos transversales a todos los medios de comunicación, sino también a asuntos más específicos y propios de la mirada femenina. Esta mirada incluye elementos adicionales relacionados con la naturaleza de género, que abarca matices más amplios que la exclusivamente masculina.
Por eso, es muy importante que los medios de comunicación no liderados por mujeres tengan la posibilidad de contar con mujeres, por lo menos en segundas o terceras posiciones en términos de jerarquía. Esto generará un balance, un equilibrio y proporcionará una mirada diferente a sus medios: una mirada femenina, cuidadora, incluyente y empática. Esta perspectiva permite aglutinar a distintos sectores y realidades en un todo cohesivo, propio de la dinámica interna y externa hacia sus audiencias que caracteriza a un medio de comunicación.
El futuro es, sin duda, digital. De hecho, no creo que sea una cuestión del futuro porque incluso afirmaría que el presente es completamente digital. Han ocurrido avances significativos, especialmente a raíz de la pandemia que lo transformó todo, rompiendo equilibrios, precarizando situaciones y volviéndolas más frágiles, entre otras consecuencias. Sin embargo, también nos brindó valiosas lecciones, una de las cuales es la necesidad de avanzar de manera veloz hacia lo digital.
Aunque el ecosistema digital ofrece una posibilidad extraordinaria, la desaparición anunciada de la prensa escrita no ha ocurrido aún. Los libros no han desaparecido a pesar de la creciente presencia de libros digitales. Así que afirmar que la prensa escrita tiene una fecha de caducidad es aventurado, dado que llevamos décadas avanzando en la digitalización de los medios, especialmente los escritos. Aunque es cierto que hay cada vez menos lectores jóvenes de la prensa escrita, las audiencias más maduras siguen exigiéndola. Nuestro desafío constante como medios de comunicación es, entonces, encontrar contenidos que interesen a todas las audiencias, desde los más jóvenes hasta los adultos mayores. Estamos en un proceso continuo de crecimiento, compenetración y respuesta a estas audiencias, un desafío que implica un trabajo constante para mantenernos cerca de ellas.
Afrontamos una era compleja en materia de desinformación porque como decía la Novel de Paz y periodista filipina María Resalas, las redes sociales han secuestrado las emociones y el algoritmo ahora opera de acuerdo con unos determinados intereses políticos o empresariales, alterando completamente la visión de las audiencias.
Los periodistas debemos saber discernir; quizás el discernimiento es algo que se ha perdido mucho dentro del ejercicio periodístico por la presión de la inmediatez, además de la exigencia de las redes sociales y de todo este ecosistema digital que, como decía antes, es muy favorable, pero tiene enormes riesgos. Entrelaza una serie de peligros que debemos tratar de conjurar, los periodistas o el periodismo como tal, para evitar convertirnos en otros sectores económicos y sociales, en fin, responder a cuál es nuestro propósito. Tenemos que tener claro, muy claro, y con bases éticas y morales, cuál es el camino.
Ahora tenemos muchas más formas de caer, tenemos muchos más obstáculos en el camino. Pero el periodismo, cuando se ejerce con un propósito, puede resultar blindado de todas estas circunstancias que siempre lo van a afectar. Los riesgos son mayores, sin duda, los peligros son mayores, sin duda, las presiones son mayores también, porque evidentemente los medios de comunicación son poderosos y quien tiene a su alcance un medio de comunicación ejerce un gran poder. Pero todo poder tiene que ejercerse con responsabilidad. Cuando perdemos la responsabilidad, el rumbo y el propósito, lo perdemos todo.
Las redes sociales, y sobre todo esas nuevas redes sociales tipo TikTok, se han convertido en espacios para divulgar información. También están los podcasts en Instagram y todos estos espacios digitales, que en sí mismos constituyen medios de comunicación y llevan el rótulo claro de un nombre, en este caso, El Heraldo. Somos el primer medio de comunicación en Colombia que, desde hace casi 4 años, el editorial que elaboro yo misma y grabo en video se reproduce a través de esas distintas plataformas, llegando a más audiencias. Es decir, llegamos a distintas audiencias a través de un mismo contenido.
Ahora, muchos aseguran que ejercen periodismo, pero es falso. No todos los que tienen una red social o plataforma digital hacen periodismo, eso hay que tenerlo claro, y las audiencias lo entienden si pueden contrastar los contenidos ofrecidos. La situación no pasa por que exista el universo digital, sino porque hay muchos que se reivindican como periodistas y no lo son. No lo son porque hay que entender que el periodista se responsabiliza de esos contenidos, se responsabiliza de su trabajo y tiene que responder por él, incluso penalmente. Ahí es donde reside la gran diferencia con quienes no responden por su trabajo, lanzan trinos o lanzan opiniones, escriben columnas a través de sus propios espacios y demás, y no responden por lo que dicen ni por los señalamientos que hacen, y la justicia tampoco va por ellos. En cambio, si nosotros decimos algo, por supuesto que tenemos que responder, y aquí nos pueden tutelar y terminar preso cualquiera de nosotros. Es importante que dentro de ese ejercicio la gente pueda contrastar y decir: "Este es un medio de comunicación responsable, veraz, serio”.
El mayor desafío sigue siendo cómo recuperar la credibilidad ante las audiencias. Debemos ser autocríticos. La autocrítica es un examen que en Colombia cuesta mucho que nos hagamos. Nos victimizamos generalmente para responsabilizar a los demás de nuestros propios errores o nuestras equivocaciones, con lo cual causa repelús, causa fastidio, quizás aversión ejercer la autocrítica. Los medios de comunicación tenemos que hacerlo; debemos ser los primeros en asimilarlo porque, por supuesto, que nos equivocamos, y de ahí viene que las audiencias sean implacables.
Hay distintas formas de ejercer el periodismo; unos tienen sus medios, sus métodos, sus formas, sus maneras, sus modos. Es o no periodismo; ahí radica una gran pregunta. Muchas veces no lo es. Por eso es muy importante que las personas conozcan y que los medios de comunicación hagamos también una pedagogía importante alrededor de nuestro trabajo. Si nosotros no decimos lo que hacemos, otros dirán lo que no hacemos, y ahí vamos a salir perdiendo.
Javier Darío Restrepo, quien ya no está con nosotros, también fue columnista con mucho honor del periódico, un referente ético del ejercicio periodístico en Colombia, autor de un libro que yo amo que se llama "Testigo de 6 guerras". Él decía que los periodistas no somos jueces y tenía toda la razón, pero cada vez más ejercemos como jueces. Ya no solo investigamos, ya no solo fiscalizamos, también condenamos, lo cual es un grave error porque no es nuestra labor hacerlo. Abusamos y también generamos desconfianzas entre las audiencias.
Ese es nuestro principal reto: establecer y definir realmente la naturaleza de nuestra labor. Hemos perdido la cercanía con la gente porque cada vez respondemos más a unos determinados intereses y hacemos parte de unos entramados para proteger algunos o para desafiar a otros. Nos alineamos muchas veces con los poderosos, nos alineamos con unos determinados sectores y olvidamos lo esencial: estar al lado de la gente, contándole el día a día para en lo posible facilitarles la vida. Esa es la esencia del periodismo; volver a él es lo que nos va a redimir, con un buen periodismo de calidad, un periodismo que respete, que ayude a generar consensos, a conciliar posiciones.
Creo que estamos en un momento complejo del país, de gran incertidumbre tanto por el presente como por el futuro, que necesita que el periodismo sea cada vez más responsable, sea cada vez más cuidadoso de los incendios que genera, porque llegará un momento en que la conflagración será tan grande que nadie logrará salvarse. El periodismo, con moderado optimismo, no deja de ser crítico, revelando los hechos como son, consultando a comunidades, analistas, expertos y círculos de poder, pero entendiendo cuál es nuestra posición: ser críticos y entender que prestamos un servicio social, que somos un bien público. El periodismo tiene que reivindicarse frente a lo que ha venido haciendo tan mal.
Todos los países tienen ejercicios periodísticos interesantes que responden a sus realidades. La corrupción, las amenazas, las estigmatizaciones son transversales al periodismo; en Perú, en Ecuador, ni hablar de la difícil situación en Venezuela, en El Salvador, en fin. Cuando la democracia se va marchitando, se va erosionando, se va socavando, el periodismo comienza también a debilitarse. Ahí hay un gran riesgo, es una amenaza que no se puede pasar por alto, y esa amenaza proviene generalmente de la institucionalidad y de muchos otros sectores.
En Colombia, evidentemente, hay un tema de conflicto armado que también dificulta todo el escenario, pero sin duda, hay que cuidar mucho ese tema. Por tanto, el periodismo ha cumplido, cumple y debe cumplir en Colombia una labor esencial de rodear y proteger esos valores alrededor del Estado de derecho, de la democracia, como la sociedad democrática que somos, impidiendo que caigamos en unos escenarios de extrema fragilidad. Hay que advertir, denunciar esas pretensiones de los círculos de poder que pretenden aferrarse a él, construyendo unos relatos que no son ciertos e instrumentalizando a las audiencias, Asumiendo posiciones cada vez más distantes, graduándonos de enemigos con todo lo que implica, sin entender que, en la medida en que sigamos fracturándonos como sociedad, será más difícil que podamos sanar.
Así que el periodismo tiene que estar ahí como abanderado de la Democracia, dando información que sea relevante, que denuncie, que advierta, que señale, pero también que hable de esperanza, de optimismo, que ejerza un papel de acompañamiento de las comunidades de manera constante. No todo es malo, no todo es bueno; hay matices. Es un crecimiento continuo al que estamos llamados para acercarnos más a la gente, entendiendo cuáles son las nuevas demandas, las nuevas lecturas que necesitan, y ahí hay temas muy transversales importantes. Para mí, por ejemplo, los derechos de la mujer, los relacionados con el planeta, la emergencia climática, los nuevos modelos de familia, la transición energética son asuntos relevantes hoy por hoy.
Mujeres, hay que evitar naturalizar el maltrato, la chabacanería, situaciones que, desafortunadamente, muchas veces en nuestro entorno, se perpetúan en los medios de comunicación, en la radio, en la televisión, divulgando paradigmas machistas, misóginos, patriarcales que nos perjudican mucho. Las mujeres necesitamos encontrar condiciones de igualdad de género y, además, cambios culturales en la educación, en la forma de entender las cosas.
No debería ser una novedad que una mujer llegue a la dirección de un medio de comunicación. Tuvieron que pasar 86 años para que una mujer dirigiera El Heraldo. Yo me siento complacida de ser la primera mujer en llegar a esta posición tan elevada, porque soy madre soltera de dos hijos, una adolescente de 15 y un niño de 11, que me exigen mucho. También tengo una redacción que me exige mucho, unos socios que me exigen mucho y una sociedad que me exige mucho. Así que, a veces, las mujeres, al margen de ser periodistas y de la profesión que desempeñan, necesitamos más respaldo, más oportunidades, pero también más ayuda.
Esta es una labor desafiante para los medios de comunicación, que debe ser ejercida con pasión, con compromiso, con entrega, con devoción, con sacrificio. Quizás ahora hay tendencias que marcan caminos distintos, pero, como todo, aquellos que verdaderamente se sienten aferrados y unidos a este ejercicio periodístico, sin frivolidades, sin nimiedades, entendiendo la responsabilidad social del periodismo, tendrán una larga vida. Larga vida al periodismo, que es el oficio más bello del mundo. Ojalá un periodismo en el que más mujeres estén presentes en los cargos de dirección. Esto nos exige, a las mismas mujeres, ayudarnos. Todas las personas que me colaboran en el primer círculo de la dirección de El Heraldo son mujeres. Somos cuatro mujeres, porque creo profundamente en el liderazgo de las mujeres. Esa es la señal que mi dirección desea dejar en este medio de comunicación.
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