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2 de Octubre de 2025 18:30
Christine Bovill no se formó en un conservatorio ni pasó por clases formales de canto. Estudió literatura inglesa y francesa, y fue en ese cruce de lenguas donde encontró su propia voz. Una voz grave, rota en el punto justo, que no imita, sino que transmite. Desde que escuchó por primera vez Non, je ne regrette rien a los 14 años, la música de Piaf se convirtió en el hilo conductor de su vida: la llevó a escribir, a enseñar, a viajar por el mundo y, finalmente, a subir a escenarios en Europa y Asia. Ahora, esa historia la trae hasta Colombia, para inaugurar el Teatro UniSabana con un homenaje que es también autobiográfico. La conversación tuvo lugar un día antes del estreno, durante el ensayo general. Entre partituras, pruebas de sonido y la complicidad de la pianista Beatriz Batista, Bovill habló de su vida, de Piaf y de lo que significa cantar para ella.
Natalia Yáñez: Christine, empecemos por el principio: ¿qué te llevó a la música y cuándo supiste que querías dedicarte a cantar?
Christine Bovill: He cantado toda mi vida, mi familia es musical, pero nunca estudié música ni canto. Estudié literatura francesa e inglesa en la universidad. Así que el espectáculo de mañana es, en realidad, esta historia: escuchar Non, je ne regrette rien a los 14 años por primera vez, obsesionarme con el francés y dejar que eso moldeara toda mi vida: mi carrera universitaria, mi carrera como cantante y después como compositora. Incluso escribí una canción en francés que terminó en Ant-Man and the Wasp, ¿sabes?, la película de Marvel. Una de mis canciones está allí, en francés. Es surreal. Hay un dicho: si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes. Esa ha sido mi vida.
N.Y: En ese recorrido, ¿quiénes o qué han sido tus mayores influencias? Artistas, experiencias o momentos personales que moldearon tu voz como intérprete.
C.B: Es Piaf, obviamente. Pero también escribo, soy cantautora, y ya tengo casi tres álbumes, el tercero está casi terminado. Toco la guitarra, así que mis influencias también son Bob Dylan, mucho rock’n roll, The Everly Brothers, The Beatles. En lo personal, viajar. He viajado mucho por India, eso me influyó bastante. Amé ser profesora de secundaria hace años, pero tengo mil recuerdos. Me encanta escribir canciones, es una parte muy importante de mi vida.
N.Y: Has llevado tu música y el legado de Piaf por Europa y Asia. ¿Qué te ha sorprendido más al conectar con públicos tan distintos?
C.B: La universidad de la música es la felicidad y la tristeza. Creo que la vida de Piaf fue totalmente trágica y totalmente brillante. Murió a los 47 años, pero vivió dos veces su edad. El triunfo de Je ne regrette rien, de vivir la vida que deseas, es lo más inspirador. Venir a Colombia es un enorme honor para mí. Es un privilegio estar en un lugar al que nunca había venido, tan lejos. Todavía estoy con jetlag, pero todos los que he conocido, aunque no han sido muchos, han sido maravillosos. Y sabía que sería así. Siento instintivamente que les encantará este show. Porque es tan inusual. Mi historia es tan inusual.
N.Y: Y ahora estás en Colombia, inaugurando un teatro completamente nuevo. ¿Qué significa para ti presentar este espectáculo frente a una audiencia inédita?
C.B: Creo que hace diez años habría estado mucho más nerviosa. Ahora ya no, llevo tanto tiempo haciéndolo que solo quiero disfrutarlo. Tengo fe en Dios, pienso que todo lo que pasa está destinado a ser. Me siento muy afortunada. Imagínalo: esta historia de odiar el francés de niña y ahora estar en Bogotá, cantando en francés para un público colombiano. Es mágico. Quiero disfrutar cada momento.
N.Y: Más allá de Piaf, ¿qué proyectos o sueños te gustaría cumplir en lo personal y lo profesional?
C.B: Volver aquí, sin duda. Este lugar me hace sentir que quiero regresar. Tengo que terminar mi tercer álbum porque durante la pandemia tuve un terrible bloqueo creativo. Ahora, tengo unas 11 canciones que necesito pulir. También, estoy escribiendo un nuevo espectáculo sobre las grandes voces femeninas de los años 70: Carly Simon, Carole King y Karen Carpenter. Voy a girar con eso, pero siempre estoy escribiendo nuevos shows en torno a la canción francesa y su época dorada. Y en lo personal, cuidar de mi cachorro. Tengo un pequeño cocker spaniel y me parte el corazón que no esté conmigo. Vivo cerca de la playa en Escocia, no en la arena exactamente, pero lo suficientemente cerca para escuchar el mar todos los días.
N.Y: ¿Qué significa la música para ti?
C.B: Hace poco leí que la música te hace olvidar todo o recordar todo. Y no sé otra forma de existir. Mi vida diaria es música, y creo que es sanadora. Comunica cómo nos sentimos. Diría que es probablemente la única cosa que tengo en común con Édith Piaf: esa necesidad inquebrantable de expresarme en canciones. La música es todo. No sé qué haría sin ella. Creo que la mayoría nos sentimos así. No tienes que ser cantante: la música es como un perfume o una fotografía, de repente escuchas algo y vuelves a un momento en el tiempo. Sí, es todo. Cuando terminamos de hablar, Christine se levantó, cruzó la sala y se acomodó frente al piano. Empezó el ensayo como si nada hubiera cambiado, pero para mí fue la confirmación de todo lo que acababa de contar: la obsesión con Piaf, la manera en que la música le dio forma a su vida, esa fe casi obstinada en el poder de las canciones. La voz llenó el teatro vacío con la misma intensidad que lo haría al día siguiente frente a un público entero. Y en aquel show, cientos de aplausos fueron para esa mujer cuya existencia no puede ser sin música.
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