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15 de Noviembre de 2025 08:56
Son las cinco de la mañana y Sara Téllez ya está en pie. Estudiante de la Universidad del Bosque en Bogotá, vive en Sabana Centro y sabe que si no madruga, llegará tarde a clase. “Generalmente, mis viajes duran dos horas o dos horas y media. Eso me afecta en mis clases, en mi tiempo con la familia y en mi vida diaria”, cuenta Sara, quien asegura que el regreso en la tarde puede ser aún peor por los trancones de la Autopista Norte.
Su testimonio se repite en miles de familias de Zipaquirá, Chía y Cajicá. La congestión, la inseguridad vial y la pérdida de tiempo se han convertido en parte de la cotidianidad de quienes trabajan o estudian en Bogotá, pero viven en alguno de estos municipios de Sabana Centro. La pregunta ahora es: ¿puede un tren cambiar una realidad que parece inamovible?
De acuerdo con Felipe Vanegas, asesor del alcalde de Zipaquirá, el RegioTram “ya avanza en su fase de factibilidad y de estructuración financiera, cuenta con el aval del Ministerio de Transporte y se prepara para entrar en licitación”.
Se trata de un corredor de 48 kilómetros, 17 estaciones y operación 100% eléctrica, con trenes de última generación que podrán articularse con TransMilenio y el Metro dentro de Bogotá. “El tren de cercanías no solo reducirá los tiempos de viaje en un 60%, sino que es 100% eléctrico, lo que representa un impacto ambiental muy positivo”, precisa Vanegas.
En materia de financiación, el RegioTram del Norte sigue el modelo de cofinanciación tripartita entre el Gobierno Nacional, Bogotá y Cundinamarca bajo una distribución 70-30: la Nación aportará el 70% de los recursos, mientras que las entidades territoriales asumirán el 30% restante en partes iguales.
Esta estructura quedó ratificada hace apenas unos días, cuando el gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, anunció oficialmente la firma del convenio de cofinanciación con el Gobierno Nacional, un hito que marca el inicio formal del proyecto ferroviario regional más grande en la historia del país. Según la Secretaría Distrital de Hacienda, el costo total asciende a 17,4 billones de pesos —de los cuales el Gobierno aportará 12,2 billones—, comprometidos mediante vigencias futuras a diez años, dentro de los cuales se incorpora la inversión de 15,4 billones confirmada durante la firma del convenio.
El tren conectará Zipaquirá, Cajicá y Chía con Bogotá a través de un trazado de 49 kilómetros y 17 estaciones, e integrará su operación con el RegioTram de Occidente como parte del sistema de troncales férreas de cercanías.
El anuncio oficial contó con la participación de la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas; el ministro de Hacienda, Germán Ávila Plazas; y el Departamento Nacional de Planeación, quienes destacaron la importancia del proyecto para la movilidad sostenible de la región. En cuanto a la hoja de ruta, el cronograma contempla tres fases principales: la preconstrucción y cierre financiero entre 2027 y 2029, la construcción y puesta en marcha entre 2029 y 2034, y la operación y mantenimiento entre 2034 y 2057, tras lo cual la concesión revertirá al Estado. Las obras iniciarían entre 2030 y 2031, consolidando al RegioTram del Norte como el tren de cercanías con mayor capacidad en la región.
Según el CONPES 3991 de 2020 , este es uno de los proyectos de movilidad más ambiciosos en décadas, con capacidad para transportar más de 150.000 pasajeros diarios.
Para muchos, hablar de tren en Zipaquirá remite al Turistren, un recorrido lento y más recreativo que funcional. Pero la diferencia es abismal. “Ese es un tren turístico que viaja a muy baja velocidad y que no está diseñado para pasajeros diarios. El RegioTram es un tren moderno, eléctrico, con estándares internacionales, similar a los que funcionan en Europa”, explica Vanegas.
En esa misma línea, el economista Carlos Chocontá destaca que “la conectividad es un aspecto fundamental en el crecimiento económico de cualquier región. Si nos centramos en Sabana Centro, este proyecto representa un avance muy importante que facilitará el transporte, generará empleo y atraerá inversión”. Para él, el RegioTram no solo impactará la movilidad, sino que también “podría reducir la desigualdad al ofrecer mejores oportunidades de conexión y acceso para todos los municipios involucrados”.
Ángela Díaz, practicante de la Universidad Militar y residente en Zipaquirá, también enfrenta a diario problemas de movilidad. “Gasto dos horas, a veces más, en llegar a Bogotá. Creo que el tren reduciría accidentes, mejoraría la seguridad vial y me permitiría dedicar más tiempo a mi familia, estudios y hobbies”, comenta. Su testimonio refleja una expectativa común: la posibilidad de ganar tiempo de vida, para estudiar, trabajar, descansar o compartir con la familia.
Sara Téllez, por su parte, plantea otro tema clave: el costo. “No me parecería injusto pagar un pasaje más alto. Igual, la flota no es barata y pienso que, por la rapidez y la comodidad, estaría bien”, asegura. La disposición a pagar más por un servicio eficiente parece ser un punto a favor del proyecto, siempre que la tarifa sea proporcional al beneficio.
El impacto del tren va más allá del transporte. Felipe Vanegas subraya que “hay personas que gastan más de cinco horas al día yendo y viniendo de Bogotá. Este proyecto generará reducción en tiempos de descanso, calidad de vida, productividad académica y laboral”.
Chocontá complementa que, si el proyecto llegara a retrasarse, “podrían presentarse riesgos fiscales y pérdida de confianza en la gestión pública, afectando los beneficios económicos esperados”. Sin embargo, enfatiza que “un tren como este es una oportunidad de desarrollo integral tanto para Bogotá como para los municipios vecinos”.
El turismo es otro de los grandes beneficiados. Zipaquirá ya cuenta con la Catedral de Sal, visitada por más de 700 mil personas al año, pero la falta de transporte ágil limita el potencial. “Es la oportunidad de empaquetarlo ahora en proyectos turísticos más grandes, teniendo en cuenta que estaríamos mucho más cerca en tiempo de Bogotá”, explica Vanegas. Además, el tren no solo conectaría a los turistas con la Catedral sino con otros destinos de Sabana Centro, integrando rutas culturales, gastronómicas y naturales.
Desde una perspectiva técnica, Marcela del Pilar León López, ingeniera integral de proyectos en CENIT, señala que la construcción del RegioTram implica un trabajo conjunto con las empresas de transporte de hidrocarburos para evitar interferencias con ductos y garantizar la seguridad operativa. “Tenemos que mover los tubos para viabilizar la construcción del proyecto férreo y evitar cualquier afectación en la operación o en la seguridad”, explica. La ingeniera resalta que, aunque la ejecución genera retos logísticos, “también traerá empleos en las zonas de influencia y un impacto positivo en la economía local y la valorización de los predios cercanos al trazado del tren”.
Sin embargo, no todo es automático. Para Ángela Díaz, el impacto en la congestión vial tardará en sentirse: “mientras las personas se adaptan al tren, la congestión en la Autopista Norte seguirá persistiendo. Los cambios se verán en el mediano plazo”. Es un punto clave: la transformación requiere tiempo, cultura ciudadana y confianza en el sistema. Sin embargo, la experiencia de ciudades europeas muestra que, una vez consolidado, el transporte ferroviario desplaza gran parte de la demanda de buses y carros particulares.
Felipe Vanegas lo resume con claridad: “este es el proyecto de transporte más importante que ha vivido el centro del país en el último medio siglo. Redefinirá la urbanización, el comercio, el turismo y, sobre todo, la calidad de vida de las personas”.
El RegioTram del Norte ya no es una promesa lejana: con financiación asegurada y licitación en puerta, está llamado a ser un hito histórico en la movilidad de Cundinamarca. Para Sara, Ángela y miles de habitantes, el tren no es solo una obra de infraestructura: es la posibilidad de transformar la manera en que viven, estudian, trabajan y disfrutan de su tiempo.
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