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25 de Abril de 2025 00:00
Jocelynn Rojo es la cara visible de un problema que se ha venido incrementando a lo largo del tiempo, y ahora es más evidente con el inicio de mandato del presidente estadounidense Donald Trump.
Es sábado 8 de febrero, y en el hospital de Dallas se siente un frío intenso. Entre sus paredes blancas y murmullos lejanos, la pequeña Jocelynn Rojo Carranza partió de este mundo en los brazos de su madre. Ella solo tenía 11 años, era hija de padres hispanos, estudiante de sexto grado de la Escuela Intermedia de Gainesville y una de las más recientes víctimas del matoneo escolar. “Jocy” sufría lejos del conocimiento de su madre, Marbella Carranza, del acoso sufrido por parte de niños de su colegio que la amenazaban con llamar a la Agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) para que se llevaran a sus padres y se quedara sola en el país.
Jocelynn es la cara visible de un problema que se ha venido incrementando a lo largo del tiempo, pero que se hizo evidente con el inicio de mandato del presidente estadounidense Donald Trump. Desde su primer día en la Casa Blanca ha hecho una búsqueda y detención de migrantes, especialmente Latinoamericanos. Los ha relacionado directamente con la criminalización y la violencia. "Los migrantes están asesinando y violando a nuestras mujeres, lo único que hacen es que nuestro país sea inseguro al permitir que millones y millones de personas entren en nuestras fronteras", aseguró el mandatario durante su campaña en junio de 2024. También, se han incrementado las redadas selectivas de parte del ICE y otros agentes contra aproximadamente 12 millones de inmigrantes en situación irregular. En palabras del mismo Trump se trata de “la mayor operación de deportación en la historia de Estados Unidos”.
Aunque el panorama es desalentador, y hasta apocalíptico, los valores humanos que fomentan las relaciones interpersonales como la empatía y la solidaridad son reclamados en esta situación. Factores como la igualdad ante la ley, la presencia y visibilidad de las redes sociales y la circulación de elementos protectores como las tarjetas rojas son factores clave para que existan estas actitudes en la sociedad estadounidense.
Para la psicóloga Dana Mantilla Barceló, “valores como la empatía, la solidaridad, y el apoyo pueden marcar la diferencia en la vida de quienes han sido arrancados de su hogar”. Ella indica que el valor social de ponerse en los zapatos del otro es crucial y mejora considerablemente su calidad de vida: “No saben lo que es cuando tú le sonríes a una persona que tiene un mal día, cuando tú le abrazas, cuando tú le muestras una cara amiga y no simplemente te quedas en esa deshumanización, en esa etiqueta”. Esto fue lo que faltó en el caso de Jocelynn, y sumado con fallas humanas y familiares, fueron la fórmula perfecta para el desastre.
Ahora bien, según la decimocuarta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos: “Toda persona nacida o nacionalizada en el territorio, y sujeta a su jurisdicción, es ciudadana de los Estados Unidos y del Estado en que resida”. Es decir, las personas que nazcan en territorio estadounidense obtienen ciudadanía (ius Solís) incluso si sus padres no tienen su situación migratoria definida. Esta enmienda representa una clara protección a los derechos de los migrantes y, podría confirmarse, una garantía para ellos; aunque, no es un secreto que el presidente esté realizando trámites para derogar esta ley, aun la disposición está vigente.
Otro elemento fundamental para los grupos migrantes son las tarjetas rojas, ya que son elementos gratuitos y asequibles para proteger su integridad y derechos. Estas tarjetas buscan instruir con el poder del conocimiento constitucional. Creadas por el Centro de Recursos Legales para Inmigrantes (ILRC), estas actúan contra las detenciones arbitrarias del ICE, ya que se disponen como una defensa legal ante los agentes para no hablar y no permitir que entren en su hogar. Simplemente pasan la tarjeta y leen su contenido, que expresa el ejercicio del derecho a permanecer en silencio hasta la presencia de un abogado.
La tarjeta expresa: “no deseo hablar con usted, responder a sus preguntas ni firmar ni entregarle ningún documento, basándome en mis derechos amparados por la Quinta Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. No le doy permiso para entrar en mi casa, no le doy permiso para registrar ninguna de mis pertenencias. Elijo ejercer mis derechos constitucionales”. Esta es una herramienta valiosa para empoderar a las comunidades extranjeras en Estados Unidos y, según la firma Goldstein Immigration Lawyers, “las tarjetas rojas le servirán como escudo para recordar y ejercer sus derechos constitucionales de manera adecuada. A menudo, durante una redada del ICE, las autoridades pueden intentar ejercer presión o aprovecharse de la falta de conocimiento”.
Si bien existen diferentes iniciativas sociales para proteger la integridad de los migrantes, estas acciones no son suficientes para mejorar su situación. Es necesario que, como sociedad, desarrollemos más herramientas y mecanismos para protegernos y proteger a nuestros más cercanos. No podremos cambiarlo todo, pero estamos a un abrazo de cambiar nuestro mundo. Solo eso nos faltó para cambiar el triste destino de “Jocy”.
*Las opiniones de la autora no representan la opinión del medio.
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