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2 de Noviembre de 2025 11:06
Los deportes adaptados en Zipaquirá avanzan con pasos firmes, aunque aún son latentes sus barreras de acceso. En este contexto, el Instituto Municipal de Cultura, Recreación y Deporte De Zipaquirá, en los últimos dos años se ha establecido como un referente regional con su escuela de formación para la población con discapacidad. Formando atletas que participan en competencias nacionales e internacionales, la escuela consolida procesos sociales que buscan replantear estigmas e integrar la inclusión en el deporte. Su labor demuestra una tendencia que crece en el país: profesionalizar y visibilizar estas disciplinas, además de ofrecer una oportunidad a jóvenes más afectados.
En una cancha donde antes solo se hablaba de goles y medallas, hoy se celebran conquistas más profundas: las de la inclusión, la dignidad y el derecho a soñar. La Escuela de Deportes Adaptados de Zipaquirá se ha convertido en un referente regional, demostrando que el deporte puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas y derribar estigmas.
Con disciplinas como fútbol amputado, atletismo, jabalina y golf adaptado, esta iniciativa del Instituto Municipal de Cultura, Recreación y Deporte ha logrado que más de 80 jóvenes con discapacidad encuentren en el deporte no solo una actividad física, sino un proyecto de vida.
“El lema de esta institución es: ‘el no puedo, no existe" afirma con convicción Cristian Joya, instructor de la escuela. Y no es una frase vacía. Los logros hablan por sí solos: Sandra Ángel, es campeona mundial de fútbol de amputados con la Selección Colombia; Juan Sebastián Murillo ha clasificado a los intercolegiados nacionales en lanzamiento de jabalina; y el equipo masculino de fútbol sala se convirtió en campeón regional con la mira puesta en el Mundial de Chile 2026.
Pero más allá de los trofeos, el impacto de la escuela se mide en historias de superación. “La discapacidad es una palabra que no debería existir, porque ellos tienen todas las capacidades para realizar cualquier tipo de cosas en su vida”, dice Joya. Su trabajo, junto al de otros entrenadores, ha sido clave para que los jóvenes se reconozcan como protagonistas de su propio destino.
Según cifras del DANE y el Ministerio del Deporte, en Cundinamarca hay más de 450 mil personas con algún tipo de discapacidad, pero solo 3.600 practican deporte con regularidad. En este contexto, la escuela representa una oportunidad única para romper barreras sociales y culturales. “Aquí los chicos rompen estigmas”, asegura Joya.
Sin embargo, los desafíos persisten. La falta de materiales especializados y el alto costo de disciplinas como el paraciclismo o el baloncesto en silla de ruedas han limitado la expansión de la oferta deportiva. A esto se suma la resistencia de algunos padres, que por miedo o desconocimiento, impiden que sus hijos continúen entrenando.
A pesar de todo, el equipo sigue adelante. Con el respaldo del municipio y de Indeportes, la escuela proyecta nuevas metas: consolidar el golf adaptado, participar en torneos internacionales y seguir formando atletas que inspiren a su comunidad.
La Escuela de Deportes Adaptados de Zipaquirá está llamada a ser más que un semillero de talentos. Es un faro de inclusión que ilumina el camino hacia una sociedad más justa, donde todos —sin importar sus condiciones— puedan jugar, competir y, sobre todo, sentirse parte.
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