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23 de Noviembre de 2025 17:00
El reloj marca las 6:45 a. m. y el aire frío de la Avenida Boyacá se mezcla con el vapor del café que Laura sostiene entre las manos. A su lado, tres compañeros revisan el celular mientras los carros pasan velozmente por la calle. El mensaje que todos esperan aparece en la pantalla: “Tu Wheels ya llegó”.
El conductor, un estudiante de último semestre de Negocios Internacionales de la Universidad de La Sabana, baja la ventana y saluda con una sonrisa. “¿Van para el campus?”, pregunta. Todos asienten mientras suben al carro, entregándole al conductor siete mil pesos en efectivo, que es el costo del servicio.
El vehículo no lleva logos ni permisos especiales, pero para ellos es la forma más rápida, segura y económica de llegar a clase. Laura, que vive en Colina, calcula que ahorra casi una hora de trayecto cada mañana gracias a este sistema informal que, aunque nació en redes sociales, hoy conecta a cientos de estudiantes que viajan desde el norte de Bogotá hacia Chía.
En el grupo de WhatsApp de Wheels UniSabana, los mensajes se cruzan desde las cinco de la mañana: “¿Alguien con cupo para las 7?”, “Tengo dos puestos libres, salgo desde la 134”, “Voy saliendo del Portal Norte”. Las conversaciones son breves, prácticas, casi automáticas. Detrás de cada trayecto hay una rutina compartida: madrugar, coordinar, confiar.
Con los años, Wheels se ha convertido en algo más que un chat de transporte. Es una red solidaria entre universitarios, una alternativa nacida de la necesidad y sostenida por la confianza. Y aunque no es un servicio oficial, su presencia se siente en los parqueaderos, los puentes y las entradas de universidades como La Sabana, Los Andes, La Javeriana y El Bosque, donde cientos de jóvenes ya lo consideran parte de su vida diaria.
Lo que muchos no saben es que Wheels no es una aplicación formal, sino un sistema autogestionado a través de grupos de WhatsApp y Telegram donde conductores y pasajeros acuerdan horarios, puntos de encuentro y el pago en efectivo. Se trata de una red informal que funciona principalmente por la confianza y la difusión boca a boca entre los estudiantes.
De acuerdo con el blog Internet Sabana Tren (2016), Wheels fue el medio de transporte más utilizado por los estudiantes de la Universidad de La Sabana en ese año, compitiendo incluso con la flota intermunicipal y con el transporte institucional de la propia universidad. A diferencia del bus tradicional, cuyo precio ronda los $5.500 y suele tardar más por las paradas que hace, Wheels ofrece comodidad, rapidez y la posibilidad de viajar en grupo.
Según la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en 2017 un grupo de estudiantes de diseño creó una aplicación llamada Wheels para mejorar la movilidad en Bogotá. Aunque la versión digital no se masificó, el proyecto se inspiró directamente en el sistema de viajes compartidos que ya usaban los universitarios de La Sabana.
Pablo Méndez, trabajador en la Oficina de Transporte Institucional de UniSabana, explica que, aunque la universidad cuenta con buses propios para sus estudiantes, “Wheels respondió a una necesidad en la Sabana: trayectos más directos y flexibles. Por eso muchos lo prefieren antes que usar los propios buses de la universidad”.
Aquí surge el debate. Según el Estatuto Nacional de Transporte (Ley 336 de 1996) y el Código Nacional de Tránsito (Ley 769 de 2002), el transporte de pasajeros en vehículos particulares con cobro está prohibido si no está autorizado. Sin embargo, Wheels se ubica en una zona gris: no es una aplicación masiva como Uber, pero tampoco un servicio público formal.
El urbanista Sergio Arenas, experto en movilidad, lo resume así: “estamos frente a un fenómeno de transporte colaborativo que responde a la ineficiencia del sistema formal. No es estrictamente legal, pero tampoco es un delito grave: es una solución socialmente aceptada”.
Un funcionario de la Secretaría de Movilidad de Bogotá, en condición de anonimato, admite que la ciudad “tolera” estos servicios siempre que no pongan en riesgo a los usuarios y no generen conflictos con las empresas de transporte formal”.
Para Ricardo González, conductor de la empresa Flota Chía S.A., Wheels representa una competencia difícil. Él asegura que “el problema es que no competimos en igualdad de condiciones. Nosotros debemos pagar permisos, seguros y cumplir requisitos que encarecen la operación. Wheels no tiene esos costos”.
Aun así, muchos usuarios argumentan que el transporte tradicional intermunicipal no responde a sus necesidades. “El bus se demora, recoge demasiada gente y uno llega siempre tarde a clase”, cuenta Valentina Carrillo, estudiante de Psicología que usa Wheels todos los días.
Más allá del ahorro de tiempo, Wheels funciona gracias a la confianza entre pares. “La primera vez me dio miedo, pero luego entendí que todos somos estudiantes o gente de la zona. Eso da tranquilidad”, cuenta Nicolás Corredor, conductor de Wheels que estudia en la Universidad de La Sabana y aprovecha el trayecto para cubrir gastos.
Isabella Viñas, psicóloga social egresada de la Universidad del Bosque, donde también se utiliza este sistema, explica que el fenómeno de Wheels refleja la creación de “redes de confianza juvenil”: estudiantes que se cuidan entre ellos en un contexto donde el transporte formal no ofrece la seguridad ni la comodidad suficientes.
Sin embargo, no todas las experiencias son positivas. Mariana Zaraza, estudiante de la Universidad de La Sabana, relata que una vez tomó un Wheels hacia la universidad y el conductor desvió la ruta para recoger a más pasajeros de los pactados. “Éramos cinco —sin contar al conductor— en un carro pequeño, íbamos incómodos y sin cinturones para todos. Llegué tarde a clase y con la sensación de que fue inseguro”, recuerda. Casos como este han despertado dudas sobre la regulación y la capacidad de estos grupos de WhatsApp y Telegram para garantizar condiciones mínimas de seguridad.
El fenómeno de Wheels abre un debate sobre el futuro de la movilidad en la zona Sabana norte. Mientras la Alcaldía de Chía impulsa planes para ordenar el transporte intermunicipal y Bogotá proyecta el Regiotram como solución masiva, miles de estudiantes siguen encontrando en Wheels la alternativa más práctica y asequible.
El economista Elías Buelvas, afirma que “estos servicios nacen donde el Estado y el mercado fallan. Wheels no desaparecerá hasta que exista una solución de transporte regional eficiente”.
El fenómeno de Wheels sigue creciendo, aún en medio de debates sobre legalidad y competencia con las flotas intermunicipales. Para unos, es un parche temporal hasta que lleguen soluciones de gran escala como el Regiotram; para otros, es una muestra de cómo los estudiantes se ingenian e inventan sus propias redes cuando el sistema formal no les responde. Lo cierto es que, en cada carro que parte de Bogotá hacia Chía, se repite la misma escena: mochilas al hombro, siete mil pesos en la mano y la certeza de que, por ahora, la movilidad universitaria en la Sabana rueda mejor cuando la organizan los propios jóvenes.

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