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2 de Octubre de 2025 15:00
La inteligencia artificial ya no es un concepto lejano o exclusivo de la tecnología de punta. Hoy atraviesa la vida comunitaria, las dinámicas barriales y la manera en que nos comunicamos. Su impacto no solo se percibe en empresas o gobiernos, también en territorios donde la acción colectiva busca transformar realidades.
En el norte de Bogotá, el barrio Bilbao se ha convertido en un ejemplo de ello. Allí nació la iniciativa Bilbao: aquí escribes tu historia, un proyecto que fortalece el tejido cultural, social y ambiental a partir del trabajo con sus propios habitantes. Jóvenes, adultos mayores, líderes ambientales y familias que han construido el barrio desde sus inicios se reúnen para pensar cómo cambiar sus dinámicas a través de la acción colectiva.
En ese proceso, José Eduardo Virguéz Mora ha trabajado como gestor de desarrollo durante los últimos cuatro años con el acompañamiento de la comunidad y el apoyo de la Fundación Grupo Social. Su rol ha sido articular iniciativas en distintos frentes -educativo, financiero, social y ambiental- con la convicción de que lo comunitario puede transformar realidades. “Mi rol ha sido acompañar a la comunidad en iniciativas de tejido cultural y social. Lo hacemos con los mismos habitantes de Bilbao, buscando que sus dinámicas se transformen. Todo esto nace del cuidado del territorio y de la pregunta sobre qué vamos a hacer con él”, explicó
IA en los barrios
Uno de los temas centrales que Virguéz Mora abordó es cómo distintas generaciones del barrio se relacionan con la inteligencia artificial. “Los jóvenes están muy adaptados a la inteligencia artificial para resolver dudas, pero no le dan trascendencia a cómo pueden utilizarla en el día a día, para aprovechar más el tiempo, para cuidarse más o para saber temas de salud”, comentó.
Ese uso limitado contrasta con la experiencia de los adultos mayores, quienes no necesariamente interactúan con este tipo de tecnologías, pero sostienen buena parte de la vida comunitaria desde las juntas de acción comunal, la casa de los abuelos y los liderazgos ambientales. “Son los dueños del territorio, los que compraron las casas, los que dicen: venga, vamos a pelear, yo también voto”, recordó.
Este contraste generacional revela tanto un desafío como una oportunidad: cómo lograr que la IA no se convierta en un elemento de división, sino en una herramienta que acerque a los habitantes de distintas edades y potencie sus capacidades colectivas.
Humanizar los algoritmos
Otro de los puntos clave fue la reflexión sobre cómo usamos la inteligencia artificial en la vida diaria. Virguéz advierte que las plataformas digitales ya interpretan emociones a partir de nuestras interacciones: “Instagram, TikTok, usan algoritmos de reconocimiento de emociones por cada reel o cada interacción. Desde allí ya podemos saber qué está sintiendo una persona”, reconoció.
La cuestión es qué hacemos con esa información. En lugar de permitir que esos algoritmos profundicen divisiones, el reto es aprovecharlos para generar cuidado, confianza y vínculos positivos. “Haciéndole un uso correcto, podemos evidenciar y monitorear a quienes nos brindan paz, amor, alegría, confianza y seguridad. Eso es lo que queremos reforzar con la inteligencia artificial: que no sea simplemente para hacer mal o para crear más división”, afirmó.
Riesgos y oportunidades sociales
El gestor de desarrollo no desconoce los riesgos que implica la IA en barrios como Bilbao. Entre ellos, el uso inadecuado de datos personales, la falta de formación sobre cómo aprovechar las herramientas y la posibilidad de que aumenten las desigualdades tecnológicas. Sin embargo, insiste en que la clave está en la educación y en el acompañamiento comunitario.
La inteligencia artificial puede abrir oportunidades en ámbitos como la educación, el cuidado de la salud y la organización social. Pero nunca, recalca, debe reemplazar la empatía, la solidaridad o la creatividad que caracterizan la vida comunitaria. “Lo que buscamos es que la inteligencia artificial complemente, pero no sustituya la inteligencia humana. Que sea una herramienta que potencie lo comunitario”, señaló.
Para Virguéz Mora, la reflexión más grande que el barrio quiso traer a la Semana de la Comunicación fue la importancia del cooperativismo y la acción comunal. “En acción comunitaria todo se puede transformar. Si trabajamos comunitariamente con una ideología cooperativa y colectiva, créanme que cambiaremos el país”, aseguró.
Ese mensaje trasciende el ámbito local. Mientras en el Congreso de la República se discuten proyectos de ley para regular la inteligencia artificial, en barrios como Bilbao se ensaya un camino distinto: humanizar la tecnología desde lo local, haciendo de lo comunitario el motor del cambio.
La experiencia demuestra que los debates sobre inteligencia artificial no deben quedarse en escenarios gubernamentales o corporativos. También deben reconocer que en los territorios se piensan y se experimentan formas sensibles y responsables de usarla.
La conversación concluyó con una convicción clara: la inteligencia artificial, aunque poderosa, no puede reemplazar lo más valioso de la vida en comunidad. En Bilbao, el reto es que la tecnología esté al servicio del cuidado, la confianza y la transformación colectiva.
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