Sigue nuestras emisiones en directo desde esta página, y no te pierdas ningún evento y actividad.
Sigue nuestras emisiones en directo desde esta página, y no te pierdas ningún evento y actividad.
Buscar
30 de Septiembre de 2025 14:37
Dicen que el amor en tiempos de apps es más fácil: solo necesitas un dedo para encontrarlo. Deslizar a la derecha si te gusta; a la izquierda, si no; y arriba para decirle: “me encantas, pero solo para un rato”. La promesa es tentadora: miles de opciones a solo un click de distancia. El problema es que, como con Netflix, pasamos más tiempo escogiendo que disfrutando sincera y profundamente.
El sociólogo Zygmunt Bauman lo llamó “amor líquido”. Relaciones flexibles, adaptables y, a veces, tan endebles que se evaporan antes de que llegues a la segunda cita. En Colombia, este amor líquido se sirve en vasos desechables con nombres como Tinder, Bumble o Badoo. Según DataReportal, más del 30% de los jóvenes nacionales (unos 3,8 millones) ha probado alguna app de citas. La pregunta es: ¿estamos buscando pareja o llenando un vacío?
Y sí, no es casualidad que hablemos de esto ahora. En Colombia, datos de 2024 de la consultora Dateando, muestran que tres de cada diez jóvenes entre 18 y 30 años han experimentado ghosting en el último año, principalmente a través de apps de citas. Definitivamente el ghosting y las ‘relaciones microondas’ están en auge. En otras palabras, nos estamos enamorando rápido… y desenamorando todavía más rápido.
Hablé con Nicolás Corredor, de 22 años, usuario de Bumble. “Salí con varias mujeres a la vez, y ninguna relación duró más de dos semanas. Una desapareció sin explicación, otra me bloqueó y la tercera (risas) bueno, mejor ni te cuento. Al final me sentí como si me hubieran devuelto con todo y moño de regalo”. Su historia resume la paradoja: muchas opciones, poca estabilidad.
La psicóloga Isabella Viñas me lo confirmó con contundencia: “las herramientas no son el problema, sino la forma en que las usamos. Buscamos intensidad, no profundidad”. Hoy tratamos a las personas como productos. Si no cumplen nuestras expectativas, las reemplazamos en segundos. Eso nos hace menos capaces de tolerar la frustración y genera miedo al compromiso. Y es cierto, el algoritmo no te rompe el corazón, pero sí te enseña a saltar a la siguiente distracción.
También están los que han corrido con suerte. Andrés Ramírez y Paula Acosta, ambos de 27 años, se conocieron en Tinder y llevan tres años juntos. “No fue magia del algoritmo”, me contó Paula, “fue paciencia. Nos dimos tiempo, nos mostramos tal cual y, aunque había mil opciones más, decidimos apostar el uno por el otro”. Historias como la suya demuestran que incluso en mares líquidos hay quienes aprenden a nadar.
Creo que la rapidez con la que hoy nos enamoramos —y desenamoramos— nos está volviendo analfabetas emocionales. Queremos la adrenalina de un match, pero nos da pereza la constancia de un vínculo. Es como pretender preparar un buen espresso con café instantáneo… funciona, sí, pero jamás sabrá igual. En pocas palabras, el amor se volvió como una Instastory: emocionante, pero programado para desaparecer en 24 horas.
No se trata de satanizar las apps, a la final, son solo un reflejo de lo que somos. El reto está en usarlas con más consciencia, preguntarnos si queremos amor o solo distracción. Porque, mientras sigamos deslizando como si buscáramos la playlist perfecta, seguiremos encontrando canciones pegajosas, pero, nunca una melodía que trascienda.
Conoce más historias, productos y proyectos.