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28 de Septiembre de 2025 15:30
Un diploma puede costar tanto como un apartamento y, aun así, no garantizarte trabajo. Mientras algunos jóvenes generan ingresos desde su celular sin pasar por un aula, miles de graduados envían hojas de vida que no reciben respuesta, lo cual resulta frustrante y limita la posibilidad de lograr la estabilidad económica que muchos egresados buscan después de finalizar sus estudios. ¿Tiene sentido seguir invirtiendo años y grandes sumas de dinero en una institución técnica o universitaria solo por un título?
El panorama laboral y social ha cambiado drásticamente. La universidad no ha perdido su valor, pero tampoco puede seguir viéndose como una garantía de éxito. Hoy sí vale la pena estudiar en la universidad: no solo por el título, sino por el marco de aprendizaje, la estructura curricular y las conexiones que ofrece. En un mundo cambiante, lo que importa no es únicamente tener un diploma, sino desarrollar habilidades sociales, pensamiento crítico y una formación consciente.
Muchos creen que la universidad es solo un espacio para adquirir conocimientos académicos. Sin embargo, también es un lugar de construcción personal y de formación de criterio. En la conversación con Daniel Gómez, editor de fotos y videos de inmobiliarias, surge una mirada crítica pero reveladora. Cuando se le preguntó si le había hecho falta la universidad, respondió: “no me hizo falta ir a la universidad, porque a lo que me dedico es una rama muy amplia; el enfoque que enseñan no es lo que realmente hago”. Su experiencia muestra cómo, en algunas áreas, el camino autodidacta puede ser suficiente. No obstante, evidencia que la universidad no se limita al cartón: se aprende a pensar, a reflexionar, adquirir habilidades para la vida, algo que Daniel reconoce como valioso, aunque no lo haya vivido directamente.
Cuando explicó cómo aprendió lo que sabe, Daniel fue enfático: “tomando cursos en internet, YouTube, muchas veces sobre la marcha, teniendo clientes y aprendiendo mientras los busco”. Su testimonio refleja el peso de las experiencias prácticas en una generación con acceso ilimitado a la información. Pero incluso aquí reconoció un aspecto clave: “la universidad lleva una línea de tiempo de aprendizaje, donde es importante primero aprender ciertas técnicas y luego otras”. Con esto deja claro que la estructura que ofrece una carrera no se encuentra fácilmente en la autoformación. La universidad organiza el pensamiento y evita que el aprendizaje dependa solo del ensayo y error.
Estudiar abre las puertas a un mundo en el cual la capacidad de análisis es muy valiosa. No solo ofrece contenidos: aprovechar de la mejor manera la educación superior ayuda a fomentar el pensamiento crítico de las personas. “Hay conocimientos técnicos o teóricos que estoy aprendiendo en la carrera que son fundamentales para el mundo laboral, pero lo más valioso que me enseña la universidad es la capacidad de análisis”, dijo Sofía Garzón, estudiante de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.
Enfrentase al ámbito laboral genera incertidumbre en miles de universitarios.: pensar que tal vez el diploma y ser profesional no garantizará en un 100% un trabajo. Sofía destaca la importancia del networking. “Se puede hacer en cualquier momento; es una base importante que te ayudará a tener oportunidades laborales más claras. Es necesario compartir y mantener contactos en todos los ámbitos de la vida. Contar con otros profesionales a los que se pueda acudir permite encontrar trabajo gracias al voz a voz".
En 2024, las matrículas en la universidad aumentaron, lo que indica que los jóvenes están volviendo a optar por la educación superior. Según el ministro de Educación, Daniel Rojas Medellín, las cifras oficiales de 2024 indican que “Colombia alcanzó un récord con 2.553.560 estudiantes matriculados, un aumento del 3,10 % respecto a 2023”.
Asimismo, Rojas destacó que cerca de “1.401.639 estudiantes se encuentran en instituciones de educación superior públicas”. Este crecimiento en las matrículas refleja que, a pesar de las críticas y cuestionamientos sobre la utilidad de la universidad, sigue siendo un espacio al que los jóvenes acuden en busca de oportunidades académicas y sociales que trascienden lo laboral.
En últimas, el debate no debería centrarse en si la universidad sirve o no, sino en reconocer que su verdadero valor va más allá del cartón. La universidad es construcción personal, encuentro con la diversidad y formación de criterio. Es allí donde se aprende a cuestionar, a dialogar con quienes piensan diferente y a desarrollar habilidades que difícilmente se adquieren de manera independiente. Ese es el componente que muchas veces se subestima cuando se reduce la discusión a la búsqueda de trabajo.
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