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15 de Septiembre de 2025 17:42
Sopó, en la Sabana de Bogotá, es un municipio que ha sabido mezclar su tradición lechera con la vocación turística que atrae a visitantes en diferentes épocas del año. Por mucho tiempo, una empresa de lácteos fue la gran protagonista de la economía local, pero hoy el pulso diario lo marcan los pequeños negocios que sostienen buena parte del comercio y del empleo.
Sin embargo, sobre ellos se sembró una gran preocupación: la reforma tributaria de 2025, impulsada por el gobierno de Gustavo Petro, que muchos sienten como una amenaza directa a su estabilidad. El 1 de septiembre, el gobierno presentó en el Congreso un proyecto con el que busca recaudar 26,3 billones de pesos. La iniciativa incluye medidas "sensibles" para los pequeños comerciantes y personas del común, como llevar el IVA al 19 % y extenderlo a servicios que hacen parte de la vida cotidiana: restaurantes, hospedajes, eventos y bebidas alcohólicas.
También contempla impuestos a las plataformas digitales y cambios en la renta de personas y empresas, lo que ya ha desatado debates y manifestaciones en las calles de varías ciudades. Aunque la propuesta sigue en discusión, en Sopó la percepción es clara: estas medidas terminarían golpeando con más fuerza a quienes apenas logran sostenerse con lo que venden día tras día.
En este panorama, resulta clave escuchar no solo a los expertos ni a los funcionarios que discuten el proyecto en el Congreso, sino también a quienes viven sus efectos de primera mano. Las voces de los comerciantes de Sopó muestran cómo una decisión nacional se refleja en lo cotidiano: en el precio del desayuno, en el empleo de una familia o en la posibilidad de que un negocio local siga en pie.
En el corazón del municipio, Andrea Durán, trabajadora de un local de lácteos, observa que los negocios pequeños cumplen una función esencial: abastecer a las familias y sostener la economía de quienes revenden. La comparación con la gran empresa es inevitable: “Yo duré dos años trabajando con Alpina y ellos han bajado muchísimo en la producción. Acá, la verdad, se vende demasiado. Y es bueno que, aparte de que genera empleo, cubre mucho las necesidades de las personas. Todos los días vienen a comprar queso para el desayuno, para las arepas, que para hacer varios platos”.
Pero, al hablar de la economía del municipio, señala una falta de respaldo institucional: “La verdad siento que no he visto que colaboren, o que digan, bueno, se apoya a los pequeños negocios, no. La alcaldía realmente no da los espacios ni ayudas económicas a estos nuevos negocios”.
Y frente a la reforma tributaria de Petro, su preocupación es clara: “Él quiere subirle al IVA, a la gasolina, a los cigarrillos, a las fiestas, a los productos. Me parece que los impuestos serán súper altos y esto va a ser terrible porque nos afectará demasiado”.
En otro sector de la economía local, la moda, la situación no es distinta. Diana García, dueña de una boutique de ropa femenina, explica que sus ventas apenas alcanzan para sostenerse y que la reforma los pone en desventaja frente a las grandes cadenas: “Nos van a colocar más impuestos a las pequeñas empresas. En vez de ayudarnos a crecer, nos minimizan. Yo ni siquiera vendo un millón en un día y nos tratan igual que a grandes plataformas que facturan millones”.
La consecuencia directa, según ella, es el empleo. “Yo tenía dos empleados por almacén, ahora me toca quedarme solo con una porque me suben los costos, eso genera más desempleo”. Además, critica la falta de acompañamiento local: “en este momento no nos han hecho reuniones ni nada, en total abandono, no nos tienen en seguimiento ni nada, solo nos piden pagar los impuestos”.
Su llamado al gobierno es concreto: “la reforma deberían hacerla como siempre, viendo los activos y ventas de las grandes empresas y a ellos, sí implementarles ciertos impuestos pues venden más. A nosotros que somos comerciantes que empiezan, darnos los mismos subsidios, pues de igual manera estamos generando empleo y ayudando a la economía del país. Porque gracias a estos empleos, que no son tan formales es que se ha mejorado el empleo en Colombia”.
La voz de estos comerciantes refleja la paradoja que vive Sopó: un municipio que, mientras se sostiene en sus negocios pequeños y en el consumo cotidiano, se enfrenta -posiblemente- a que una reforma diseñada para equilibrar las finanzas nacionales termine debilitando el tejido local.
Para muchos, la comparación con Alpina (que podría ser con otra gran empresa) es reveladora: si el gigante que antes simbolizaba el poder económico de la región hoy enfrenta dificultades, ¿qué se puede esperar de los negocios que apenas logran sobrevivir?
En medio del debate en el Congreso y de las movilizaciones que ya han surgido en las calles, los comerciantes de Sopó siguen abriendo sus puertas cada mañana. Lo hacen con la esperanza de que la economía local no sea arrasada por una reforma que, según temen, “nos va a afectar demasiado a todos nosotros”.
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