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29 de Noviembre de 2025 09:24
En las calles tranquilas de Tenjo, a pocos kilómetros de Bogotá, el sonido del tráfico y el bullicio de la capital se diluyen en cantos, meditaciones y silencios buscados. Antes de llegar al pueblo, se toma un desvío por una carretera rodeada de árboles, donde ya se comienza a sentir la desconexión del mundo urbano.
A pocos kilómetros, se encuentra la Hacienda El Susurro, una casa antigua que está envuelta por un majestuoso árbol de más de 100 años. Esta pequeña propiedad ha sido adaptada para sesiones de meditación y retiros de bienestar.
Al ingresar, lo primero que se aprecia es una chimenea acogedora que invita a la introspección y al calor del fuego. En otro extremo de la casa, una fuente de agua emite un sonido constante y relajante que acompaña los ejercicios de meditación a lo largo del día.
Cuando el grupo está listo, se emprende una caminata de aproximadamente 45 minutos por un sendero que asciende por la montaña, conectando con la zona de La Valvanera, en Chía. Durante este recorrido, el entorno natural sigue ofreciendo su serenidad, acompañando el camino con su belleza silenciosa y el aire fresco de la montaña.
Cada fin de semana, decenas de personas viajan hacia este territorio, no para hacer negocios ni recorrer centros comerciales, sino para desconectarse del ruido digital y reencontrarse consigo mismos. Allí, el turismo espiritual ha dejado de ser un fenómeno marginal para convertirse en un motor de desarrollo económico y social.
Lo que comenzó con pequeños centros de retiro y grupos de meditación, hoy se proyecta como un sector económico en crecimiento. La espiritualidad se ha transformado en una experiencia de mercado: paquetes de yoga, retiros católicos, caminatas de meditación y hasta espacios de silencio absoluto son ofrecidos a visitantes que buscan paz en medio de la crisis urbana.
Ángela Correa es una de las personas que ha encontrado en este movimiento una forma de equilibrio. Es empleada de un reconocido banco en Bogotá, y su trabajo le exige un alto nivel de estrés, por lo que, estos retiros, dice, le han salvado su salud mental. Ha participado en varios encuentros donde la han enseñado a reconectarse con lo esencial: vivir sin internet, sin lujos y desprenderse de lo material. “Nos hacen reflexionar frente a los paradigmas que tenemos frente a la necesidad de contar con muchas cosas materiales y hay personas que viven sin necesidad de estas”, afirma.
El turismo espiritual no es nuevo: en países como India, España y México se ha consolidado como un sector fuerte. En Colombia, en cambio, es un fenómeno emergente. Para anticipar sus impactos y ordenar su crecimiento, las administraciones municipales cuentan con herramientas concretas: la Secretaría de Ambiente y la Secretaría de Planeación pueden incorporar lineamientos específicos en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), desde usos del suelo y capacidades de carga hasta criterios ambientales y de convivencia.
Un estudio realizado por ProColombia señala que las actividades que más realizan los turistas son: yoga, terapias holísticas y meditación. Además, el 42,5% de los encuestados se quedan más de 11 noches en estos sitios, lo que refleja una fuerte necesidad por parte de las personas hacia la desconexión.
Dos factores explican la expansión acelerada del fenómeno: la desconexión digital, porque la hiperconectividad en Bogotá genera fatiga mental y los retiros ofrecen un entorno tranquilo; y la postpandemia, que abrió una reflexión colectiva sobre el cuidado del cuerpo y de la dimensión espiritual.
“Está más que demostrado que el turismo ha incrementado después de la pandemia, pero no solo el turismo, también la preocupación por el bienestar de cada persona”, asegura Luis Miguel Guaje Forero, secretario de Desarrollo Económico y Turismo de Tabio. “Tabio y Tenjo tienen una ventaja enorme: la ubicación geográfica. Gran parte del territorio ofrece experiencias que no se encuentran en otros municipios, porque aquí se le apostó a un tipo de desarrollo distinto”, señala.
Guaje Forero añade que la proximidad con Bogotá facilita estas escapadas en trayectos cortos: “se va un fin de semana, sale de la rutina y el lunes está de regreso”. Según el secretario, Tabio se ha visto beneficiado principalmente porque muchos retiros usan como principal atractivo turístico el baño de aguas termales, atrayendo más gente.
El impacto de este auge se ve en tres planos. En lo económico, el aumento de visitantes genera empleos en hospedajes, restaurantes y transporte; además, pequeños emprendedores locales han encontrado oportunidades con alimentación saludable, guías espirituales y espacios de descanso. En lo social, el turismo espiritual reúne visitantes de distintos estratos y edades, propiciando intercambio cultural y nuevas redes comunitarias. Sin embargo no todo es bueno: en lo urbanístico-ambiental, expertos advierten que la expansión desordenada de fincas de retiro puede presionar los recursos hídricos, saturar vías rurales y transformar el paisaje.
Leonardo Suárez, ingeniero ambiental, advierte que el crecimiento del turismo espiritual en zonas rurales puede generar impactos directos: cambios en el uso del suelo, fragmentación del paisaje y presión sobre los ecosistemas. “Se empieza a proponer la construcción de infraestructuras como cabañas y la pavimentación de caminos, y todo esto puede alterar la cobertura vegetal y afectar la biodiversidad local”, explica. Suárez concluye que, para que un proyecto sea realmente sostenible, no basta con la viabilidad económica: debe serlo también en lo social y en lo ambiental.
También genera un cambio cultural: mientras algunos celebran la revalorización de la espiritualidad, otros critican la “mercantilización de la fe”. Muchas comunidades están sufriendo el cambio ya que antes era un municipio muy rural y tradicional, y ahora se convirtió en uno muy urbano, lo cual hace que estas comunidades se obliguen a ver su lugar de una forma distinta. El sociólogo José Rovelo, señala: “están haciendo una mercancía del lugar, del espacio, de las personas, de la cultura y de la religión”.
German Medrano, habitante de Tabio desde hace diez años, está asombrado por cómo ha cambiado el municipio. “Antes esto era muy tranquilo; casi todo era agricultura y la gente se conocía entre sí”. Ese clima, dice, era lo que hacía de Tabio un lugar rural y tradicional. Hoy, Medrano reconoce que hay más oportunidades, pero advierte que la mayoría de los centros grandes pertenecen a gente de afuera, sobre todo de Bogotá. “Al final, los tabianos terminamos trabajando para otros, no siendo los dueños del cambio”, señala.
Emprendedores locales, como Roció Hincapié, dueña de un centro de yoga en Tenjo, El arte de soltar, destacan que el turismo espiritual ha dinamizado la economía: “Llegan empresas con sus equipos y grupos de trabajo. Además, estoy rodeada de varias alternativas en la Sabana que complementan mis servicios, y eso hace que la comunidad local también se vea beneficiada”, afirma.
Sin embargo, también deja claro que hay que tener un equilibrio entre lo espiritual y lo económico, ya que no es lo mismo que las personas lleguen a un lugar de campo que a un hotel lujoso en la ciudad. También resalta que cada vez más empresas asumen estos costos para ofrecer a sus empleados retiros de introspección. “Si la persona saca lo mejor de sí con estos encuentros y logra encontrar propósito, tendrá muchas más ganas de dar su mejor versión en la organización y esto le conviene mucho a las empresas”, concluye Hincapié.
Rovelo sostiene que, muchos emprendedores que promueven turismo hacia afuera buscan una identidad que no han logrado encontrar. “Hay muchas identidades en el mundo y uno intenta acercarse a una que supla lo que se quiere ser; cuando no se encuentra, cualquier cosa que me saque de mi ‘no identidad’ me sirve porque se puede consumir rápido: lo pagas y, si te gusta te quedas; si no, dejas de pagarlo y te vas a otra parte”, señala
El turismo espiritual en Tabio y Tenjo, es mucho más que un escape de fin de semana. Representa una tendencia global que combina bienestar, desarrollo económico y desafíos sociales. Por ahora, la región sigue atrayendo a quienes buscan, en medio de montañas y rezos, una respuesta al ruido del mundo moderno. Y en ese tránsito entre lo sagrado y lo comercial, este municipio encuentra una nueva identidad.
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