Detectando al monstruo

La historia de Margie Espinel, una madre cabeza de familia en la localidad de San Cristóbal, Bogotá no comenzó con una denuncia formal, sino con pequeñas señales que, al inicio, parecían parte del proceso normal de adaptación de su hija a un nuevo jardín infantil.  

Margie inscribió este año a su hija en el Hogar Infantil Canadá del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) debido a las cancelaciones de clase que se daban frecuentemente en el jardín anterior al que su hija llevaba asistiendo desde los seis meses. Con el paso de los días, sin embargo, la menor empezó a mostrar rechazo sistemático al lugar. Los llantos prolongados, evidencia de angustia al ingresar al jardín e incomodidad corporal fueron las primeras alertas que Espinel no lograba descifrar del todo. 

La sospecha creció hasta convertirse en certeza la noche en que su hija, de apenas tres años, señaló explícitamente comportamientos inapropiados de un profesor. A partir de ese momento, su vida cambió de manera abrupta.  

Activar la ruta de atención, acudir a la policía, medicina legal y psicología forense, no solo confirmó el abuso, sino que destapó un patrón. Otras familias empezaron a relatar situaciones similares que nunca habían sido atendidas. La comunidad educativa, según cuenta la fuente consultada, fue omisa, evasiva o abiertamente protectora del presunto agresor. 

El camino que siguió estuvo lleno de vacíos institucionales: demoras en la investigación, contradicciones en los protocolos, intento de minimizar la denuncia e incluso presiones y ofrecimientos irregulares que, según su relato, buscaban silenciarla. Ella, una madre joven y sin respaldo institucional, terminó convertida en vocera involuntaria de un grupo de padres que compartían el mismo dolor y la misma indignación. Su experiencia ilustra cómo las víctimas y sus familias deben muchas veces enfrentar solos procesos revictimizantes mientras las instituciones fallan en garantizarles protección y justicia. 

Quote from Margie Espinel

“Empezamos con las marchas, con las protestas, y empezaron las amenazas hacia nosotros. No sabemos de dónde vienen las amenazas y no solo es en mi contra, sino en contra de otras mamás, que las perseguían, y que también las amenazaban. Tenían controlada hasta la hora de entrada y salida de los niños de los colegios”.
Margie Espinel

 

La historia de ella se refleja también en el país:  

En Colombia, 9.972 niños, niñas y adolescentes fueron víctimas de violencia sexual durante el primer semestre de 2025, de acuerdo con el Boletín Estadístico de la Dirección de Protección del ICBF (junio 2025). Sin embargo, esta cifra corresponde a los casos que han sido denunciados, en los que los menores ya se encuentran en proceso de restablecimiento de derechos. 

Durante este año, los medios han cubierto múltiples casos de presunto abuso sexual contra menores, entre ellos, el del Hogar Infantil “Canadá” en San Cristóbal, el del jardín infantil de Soacha, y el del Centro Integral “Pilos y Pilosos” en Fusagasugá. 

 

Cada uno de estos casos afectan profundamente al país, sin embargo, su aparición en la agenda pública parece seguir un patrón: se hace la denuncia, nos indigna un rato, el cubrimiento disminuye y, con el tiempo, la conversación se diluye.  Frente a esta repetición, surge preguntarnos urgentemente ¿Qué estamos haciendo como sociedad para prevenir la violencia sexual hacia niños, niñas y adolescentes?

Según los Protocolos de Atención Integral, realizados por el Comité Distrital de convivencia escolar en el año 2024, la violencia sexual contra la niñez se define como: “todo acto o comportamiento de tipo sexual ejercido sobre un niño, niña o adolescente, utilizando la fuerza o cualquier forma de  coerción física, psicológica o emocional, aprovechando las condiciones de indefensión, desigualdad y las relaciones de poder existentes entre la víctima y el agresor”.  Esta definición abarca un amplio espectro de conductas que van de comportamientos inapropiados, ya sean físicos y/o psicológicos que un agresor ejerce hacía la víctima. 

Patricia Correa Hernández, trabajadora social de la Comisaría de Familia de Tabio confirma esto. “Hay casos donde los niños son expuestos a ver contenido sexual en edades inadecuadas, donde son sometidos a tocar a otra persona. Entonces,  no siempre es con acceso carnal violento. Usan mucho el tema psicológico y verbal”, concluyó.  En el imaginario colectivo solemos asociar la violencia sexual con hechos extremos o eventos aislados que dejan una marca evidente en la vida de los menores.  

Identificar cuando un niño es víctima de violencia sexual, puede ser una tarea complicada en la medida que la negación y el prejuicio encuentran lugar en las relaciones familiares. Sandra Medina, Directora General de Fundazion, una organización enfocada en brindar bienestar integral y prevenir el abuso sexual y maltrato en los niños, niñas, adolescentes, menciona que: 

“El papel de la familia es crítico en esto. Los papás son el principal foco de cuidado, de protección o de riesgo de los menores”

 

Diversos estudios y organismos internacionales han documentado que la violencia sexual en la infancia, incluyendo las formas que se desarrollan de manera gradual o sin signos físicos visibles, pueden producir daños significativos en la salud mental, en la construcción de vínculos y en el desarrollo socioemocional, especialmente cuando no se interviene oportunamente como afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS).  

    Ilustración realizada por: Diana Herrera

     

    Ante una posible alerta es importante reconocer qué instituciones existen para proteger la infancia, activar la ruta de denuncia y restituir los derechos de los menores en caso de violencia y abuso sexual. 

    En el marco institucional colombiano el  Sistema Nacional de Bienestar Familiar  existe en defensa de los derechos de los infantes. Este grupo de protección está compuesto por distintas entidades públicas y privadas que tienen la responsabilidad de garantizar la prevención, protección y restablecimiento de los derechos infantiles. 

    Ilustración realizada por: Diana Herrera

    Obtener información básica del hecho es muy importante para reconocer tiempo, modo, lugar y presunto agresor, tal como la víctima lo expresa.  

    Los pasos a seguir son: 

    1. Contactar a un familiar garante de derechos: se debe informar de la situación a un familiar o cuidador que sea garante de los derechos del menor, asegurándose que esta persona no sea el presunto agresor. El objetivo es involucrar a un adulto protector que acompañe al menor durante todo el proceso. 

    1. Solicitar asistencia médica inmediata: la atención en salud es una prioridad. Se debe activar la Línea de Emergencias 123 o contactar a la EPS del menor para solicitar una ambulancia o coordinar el traslado a un centro de salud. La atención de urgencia es crucial para tratar posibles lesiones, prevenir infecciones de transmisión sexual y recolectar evidencia médica. 

    1. Reportar a las autoridades competentes: es una obligación legal reportar el caso a las entidades garantes de derechos. Se debe contactar al ICBF (a través de la Línea 141 o el Centro Zonal más cercano) o a la Comisaría de Familia de la localidad. Estas entidades iniciarán el proceso de restablecimiento de derechos para garantizar la protección del menor. 

    Es indispensable poner en conocimiento de las autoridades la situación para iniciar el proceso penal contra el agresor y presentar la denuncia ante la Fiscalía General de la Nación a través de sus unidades especializadas: Centros de Atención e Investigación Integral a las Víctimas de Delitos Sexuales (CAIVAS) y Unidad de Reacción Inmediata (URI) o utilizando la plataforma virtual  ¡ADenunciar!.  

    Ilustración realizada por: Diana Herrera

    Durante el proceso de esta investigación recorrimos los municipios de  Cota, Tabio y Zipaquirá  para conocer de primera mano cómo ha evolucionado la respuesta a la violencia sexual contra menores en los últimos años. 

     

    Y si bien se ve como un panorama sombrío, día a día los casos aumentan y los entornos se convierten en lugares de mayor riesgo para los menores. En este contexto la prevención se transforma en la herramienta más poderosa para erradicar la violencia sexual infantil. 

    Ilustración realizada por: Diana Herrera

    La prevención va más allá de la simple formación o el acceso a esta. También implica transformar condiciones que permitan que las violencias ocurran. Algunos aspectos claves para crear entornos seguros y preventivos para los infantes son:  

    1. Educación integral para la sexualidad: 

    Es vital formar a los niños, niñas y adolescentes desde temprana edad sobre el  conocimiento y cuidado de su cuerpo. Las partes íntimas deben ser llamadas por su nombre. No se debe castigar la duda o la curiosidad, pues esto lleva al secretismo y problemas para expresar alguna agresión. 

    Quote from Margie Spinel

    “Desde que mis hijos eran muy chiquitos les he enseñado a reconocer todas las partes de su cuerpo y la importancia de que nadie las tiene que tocar. Cuando es la hora del baño repasamos juntos: dónde está la boquita, dónde está la cabecita, los hombros, la cola, el pene, la vagina, sin tabú. ¿Alguien toca? No, mamá.”
    Margie Spinel

    El concepto de consentimiento, los límites personales y el derecho al decir “no” ante cualquier interacción que los haga sentir incómodos. 

    1. Fortalecimiento de los entornos protectores:  

    Generar ambientes seguros y de confianza en el hogar, el colegio y la comunidad para construir un buen espacio de comunicación. 

    Así mismo, los cuidadores tienen que realizar una evaluación interna para identificar patrones de violencia y referentes culturales que normalizan el abuso y las relaciones de poder asimétricas.  

    1. Desarrollo de capacidades y autonomía: 

    Es necesario desde temprana edad empoderar a las infancias sobre sus decisiones, su vida y su cuerpo. Esto no implica no tener autoridad sobre el menor, sino que él mismo tenga una autoestima alta y las herramientas adecuadas para comunicarse. De esta forma son menos vulnerables y más propensos a pedir ayuda.  

    Como enseña Ana María Hernández, orientadora escolar del colegio Instituto Educativo Municipal de Cundinamarca (IEM) de Zipaquirá:  

    Quote from Margie Spinel

    “Con los pequeños hablamos acerca del autocuidado, del cuerpo y el reconocimiento de este. Se habla de la importancia de que el cuerpo no lo puede tocar cualquier persona y que ellos tampoco pueden tocar el cuerpo de nadie sin su permiso.” 
    Margie Spinel
    1. Participación y ciudadanía:  

    Fomentar la participación de los niños en actividades que promuevan y socialicen sus derechos. Adicional, promover una cultura donde todos sean responsables del cuidado de los menores. 

    El abuso también se ve así:

    Diseño de Luisa María Lenis Bernal

    Aunque  no existe un único perfil de abusador, conocer los patrones de comportamiento comunes de los agresores es fundamental para que padres, cuidadores y educadores puedan actuar a tiempo.   

    Basado en los testimonios y las fuentes profesionales consultadas para la elaboración de este especial, se puede inferir un perfil de agresor que, aunque no es universal, comparte las siguientes características en los casos de abuso sexual infantil:  

    • Posición de poder y confianza: suelen ser individuos que, dentro del círculo social del menor, tienen autoridad, cercanía o afecto. “Tristemente la mayoría de los casos se presentan en la familia. El abusador generalmente nunca está por ahí afuera esperando a que salga el niño o la niña, está dentro o cerca del hogar.” Explica Lorena Bolívar, psicóloga de la Comisaría de Familia de Tabio, con base en los casos que han presenciado dentro de la institución.  

    • Compartimientos de control y dominación: personas que no respetan los límites o la autonomía de los menores y establecen relaciones intrusivas. Buscan aislar a las víctimas y controlar sus interacciones sociales.  

    • Acceso a la víctima sin levantar sospecha: los agresores pueden ser padres, profesores, cuidadores, líderes comunitarios, autoridades religiosas o amigos de la familia. Por lo general, es la cercanía lo que les permite acceder a la víctima. 

    • Coerción a través de secretos: los abusadores usan tácticas de manipulación psicológica para controlar a sus víctimas y asegurar su silencio. Se utiliza el miedo, con amenazas a sus padres y distorsión de la realidad, para hacer que el menor se sienta culpable o responsable del abuso. 

    A menudo los agresores operan en contextos donde los responsables del menor ignoran las señales de alerta e incluso protegen al abusador, desacreditando las denuncias de las víctimas por negligencia, miedo o complicidad activa. 

    Proteger a la niñez no puede ser una reacción temporal ante una noticia; debe entenderse como una responsabilidad constante del Estado, las instituciones y la sociedad en su conjunto. Esto implica garantizar la aplicación sostenida de las normas existentes, fortalecer los mecanismos de prevención y respuesta, asegurar recursos suficientes para la protección integral y promover sistemas de seguimiento que no dependan de coyunturas mediáticas. 

    Adicionalmente se presenta un breve quiz, diseñado para identificar signos de alerta temprana. Su propósito es ofrecer una herramienta práctica que permita a los niños reconocer señales comunes de riesgo. 

     

     

    A continuación, encontrarán nuestro podcast, en el cual, incluimos las entrevistas realizadas en este proceso. Este producto se diseñó alrededor de cuatro módulos, los cuales son: sociedad civil, instituciones gubernamentales, instituciones educativas y testimoniales. 

     

    Este equipo realizo PQRS a las siguientes instituciones: Procuraduría General de la Nación, Contraloría General de la Nación, Fiscalía General de la Nación e Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. Esto, con el objetivo de tener la información sobre la asignación de recursos para prevención de la violencia sexual, las rutas y requisitos de contratación de personal e instituciones subsidiarias del ICBF, la cantidad de denuncias realizadas y condenas dadas por los delitos mencionados en este especial y las investigaciones disciplinarias abiertas a miembros del ICBF. 

    A la fecha de publicación de este reportaje, no hemos recibido respuesta de ninguna de estas instituciones.

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