Zarigüeya: “Estéreo Picnic será nuestra presentación más épica”

29 de Septiembre de 2025 11:11

Por: Gabriel Cavallo
18 Min

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Desde sus inicios en 2010, el Festival Estéreo Picnic se ha consolidado como uno de los eventos culturales más importantes, no solo de la sabana bogotana, sino de toda Colombia. Siguiendo la línea de otros grandes festivales latinoamericanos, como los Lollapalooza celebrados en Argentina, Chile y Brasil, el FEP se destaca por incluir entre sus artistas principales a grandes figuras de la industria musical internacional. Sin embargo, el festival, celebrado desde el 2024 en el parque Simón Bolívar, también es un espacio para que artistas emergentes presenten al mundo propuestas variadas e interesantes. En esa apuesta por la pluralidad y la visibilidad de nuevos talentos y estilos, aparece la carranga de la mano de Zarigüeya.

Según fuentes consutadas de ProColombia, este género es originario del altiplano cundiboyacense, caracterizado por recoger influencias de las tradiciones indígenas, afrocolombianas y españolas, fusionando melodías autóctonas. Uno de sus principales recursos líricos son las historias de los campesinos colombianos, las festividades populares y una identidad rural que permanece intacta con el paso del tiempo. Aunque muchos consideran que este ritmo es exclusivo de Boyacá, Cota es un municipio con una sólida tradición carranguera.

Nacida en el seno de una familia campesina y con tan solo 22 años, Sara Puentes, más conocida en el mundo artístico como Zarigüeya, es una cantautora cotense que, con su propuesta musical basada en la carranga, busca cautivar y enseñarle al público del FEP que existen ritmos y corrientes musicales más allá del pop y el rock, predominantes en este tipo de festivales. Conversamos con ella sobre sus inicios en la música, su álbum debut Verso marsupial y su participación en el FEP.

Alejandra Vásquez: ¿Cuáles fueron tus inicios en la música y cómo llegaste a la carranga?

Sara Puentes: Todo empezó con la flauta dulce, desde muy chiquita, en el colegio. Me gustaba mucho. Luego empecé a tocar el saxofón y estuve varios años con él. Me encantaba el saxofón, la banda sinfónica, la música clásica... pero después todo cambió drásticamente, porque hace rato que no escucho nada de eso. Aquí en Cota hay un proceso de músicas campesinas gratuito, y hay un profesor, el profe Jader, que me metió en un grupo de carranga para tocar guacharaca y cantar. Desde ahí me enamoré de esa otra línea; cambié totalmente mis gustos. Me gusta toda la música, pero sí fue un gran descubrimiento: me enamoré profundamente de la carranga.

A.V: ¿Cómo nace el proyecto de Zarigüeya?

S.P: Siempre me ha gustado contar historias, escribir y cantar. Siento que fue un descubrimiento personal: encontrar una forma rápida y divertida de narrar historias. Tenía algunas composiciones guardadas desde hace tiempo, pero nunca había concretado un proyecto con ellas. Conocí a Edson Velandia en un concierto al que me llevó mi mamá. Le pedí un autógrafo esa noche y le dije que quería ser cantautora. Me escribió: “Inés, hágase cantautora de una vez”. En ese momento yo estaba disque estudiando antropología, buscando mi camino en la vida, pero ese sueño estaba ahí, solo que no le había prestado suficiente atención.

Esa es la historia de mi vida: fue como decir “claro, ¿por qué no hacerlo ya? ¿Por qué esperar?”. Eso fue hace tres años. Desde entonces empecé a meterle más ganas, a tocar, a componer con más frecuencia y a conocer músicos que se sumaron al proyecto.

A.V: ¿De dónde sacas tu inspiración? ¿Puede venir de la gente, los lugares que visitas? ¿Qué géneros te han influenciado?

S.P: La inspiración surge de todos los lugares. Generalmente, no se me ocurre una idea antes de ver una situación real. Casi todas las canciones nacen de compartir con las personas y prestar atención a sus historias. Por eso, muchas están basadas en hechos reales: es un ejercicio de observación. En cuanto a géneros, claro que la carranga ha sido clave, pero mi mayor inspiración siempre ha sido Violeta Parra, la chilena, por su forma de vivir. Tiene canciones hermosas, muy profundas, y los ritmos y escalas que usa me encantan. Ella es mi ídolo y mi mayor referente.

A.V: ¿Qué momento del proceso de composición disfrutas más?

S.P: El mejor momento para mí es cuando empiezo a escribir. Es emocionante porque no sé qué va a salir. Generalmente, las pequeñas dosis de picardía que tienen las canciones surgen en ese instante. No es algo planeado, simplemente me siento y las ideas fluyen. Me divierto mucho con lo que aparece, me río, me sorprendo. Así han nacido canciones como El arriendo o Don Gildo. Siento que tengo algo que decir, y la escritura es lo que más me emociona.

A.V: Para muchas personas la carranga es un género exclusivo de Boyacá. ¿Qué importancia tiene seguir cultivándolo en la sabana centro y para sus habitantes?

S.P: Para mí, la carranga, como me la enseñaron, me ha aportado muchísimo, porque nace desde lo comunitario. Es una música que congrega a las familias, sobre todo cuando se hace desde procesos rurales. Siento que ha unido a muchas familias, no solo por la música, sino por compartir y hacer cosas bonitas juntos. Por ejemplo, el grupo Monte Violeta, que es de chicas en Bogotá, es muy lindo porque nos permite vincularnos con otras experiencias, mezclarnos y aportar. En mi caso, he vivido en Bogotá y en Cota, y mi familia es del campo. Siento que la carranga permite generar un diálogo entre territorios al momento de cantar.

A.V: Sabemos que hiciste una gira por México junto a otros músicos. ¿Cómo fue esa experiencia?

S.P: Esa gira fue muy linda. Aunque fuimos a tocar, fue sobre todo pedagógica. Estuvimos en la Universidad de Guadalajara dando una charla, en el Instituto de Lenguas Indígenas en Ciudad de México y también en Radio Educación, una emisora súper comunitaria. Fue un aprendizaje enorme. Ver cómo se mueven las cosas en México, con procesos muy fuertes y organizados, nos inspiró mucho. Nos dieron consejos sobre cómo crecer desde ahí, siendo organizados pero sin perder el enfoque comunitario, escuchando todas las voces.

A.V: ¿Qué retos has enfrentado como artista emergente en la escena musical actual?

S.P: El gran reto ha sido la autogestión. Es demasiado trabajo para hacerlo sola. Aunque nunca he estado completamente sola: siempre he tenido el apoyo de mi mamá, mi familia, mi pareja, mis amigas y amigos, y los músicos con los que toco. Han sido muy firmes y me han ayudado mucho, sobre todo en la parte logística, que es muy difícil sin una red. Ha sido muy lindo tener esa red, porque sola sería complicado. Además, no soy la persona más organizada del mundo, así que ese es otro gran reto: conseguir espacios, toques, incluso entrevistas.

A.V: ¿Por qué elegiste el nombre Verso marsupial para tu álbum?

S.P: Me tardé muchísimo en encontrar el nombre. Fue lo último que definí, cuando ya todo estaba grabado y listo para subir. Como soy Zarigüeya, quise darle sentido a eso. Verso marsupial surgió porque las canciones son muy variadas, con muchas historias, entornos, paisajes y personajes. Está relacionado con el marsupial que lleva a sus crías en una bolsita. Estas canciones son como bebés: las cargaba ahí, cuidándolas y esperando que crecieran. Es una analogía del marsupial que lleva sus historias consigo.

A.V: ¿Y por qué escogiste Zarigüeya como nombre artístico?

S.P: Fue muy casual, no lo pensé tanto. Mi mamá me dice Zarigüeya desde hace años, y no recuerdo el momento exacto en que decidí que ese sería mi nombre artístico. Simplemente pasó, y ha sido muy lindo porque cada vez tiene más sentido para mí. Al principio era bonito, ¿no? Zarigüeya, como mi mamá me dice así, y además el animal me encanta.

Con el tiempo he sentido más cercanía con el animal, con el proyecto y con mi forma de ser. Soy como una zarigüeya: me gusta andar por todos lados, sin importar qué tan crudo o sucio pueda ser el entorno. La zarigüeya es muy salvaje, pero también muy tierna, y me gusta por eso. Siento que me representa mucho.

A.V: La carranga está presente a lo largo del disco. ¿Por qué decidiste que la música campesina, que no es un género tradicionalmente comercial, fuera la columna vertebral de tu álbum?

S.P: No fue una decisión premeditada, sino que, como ya estaba inmersa aquí en Cota en el mundo de la carranga, se volvió mi forma natural de empezar a componer. Pasa mucho que uno hace lo que más escucha o lo que más disfruta. Entonces no fue como: “voy a meter la música campesina”, sino que ya es lo que hago, y cuando empiezo a componer, las rimas me salen desde ahí. Las ideas nacen con eso detrás. Por eso salió así: porque ya se volvió algo natural.

A.V: ¿Hay alguna razón para que el tracklist esté ordenado de esa manera?

S.P: En teoría sí, aunque a mí también me gusta escuchar las canciones en desorden. Lo particular del disco es que no hay un hilo conductor entre las historias; son muy distintas, cada una es un universo, por decirlo así. La primera es El arriendo porque es la más tranquila, y su formato es muy distinto al resto: solo guitarra y voz. El resto lo ordené porque se siente chévere escucharlo intercalando formatos, evitando que todas las carrangas estén seguidas en bloque. Está alternado entre sensaciones, entre los instrumentos que tiene. La última, Luna llena, sí es para mí un cierre. Normalmente, en los conciertos me gusta terminar con esa, porque siento que uno vuelve a la paz. Durante el disco, quien lo escucha pasa por muchas emociones, y al final, como dice la canción: “que todo lo que deba irse encuentre lo mejor”, es una forma de cerrar tranquilamente.

A.V: Tres sencillos salieron antes del lanzamiento del disco: Mi cucha, Ay de mí y Don Gildo. ¿Por qué escogiste esos temas para promocionar el lanzamiento?

S.P: Los escogí porque me gustan mucho. Sí, básicamente. Siento que los primeros sencillos son un abrebocas de lo que trata el disco. Mi cucha es de las más importantes, y de hecho, esa la eligió mi mamá. Yo le pregunté: “¿qué sencillo saco entre los primeros?” y ella dijo: “No, tienes que sacar Mi cucha porque es mi canción”. Entonces, digamos que esa fue decisión de ella. Ay de mí me gusta porque es muy arriba, la siento bailable, como para estar en una fiesta escuchándola. Representa una parte del disco. Y también está Don Gildo, que es más de escucha, de historia, más tranquilo.

Gabriel Cavallo: El arte del álbum y de cada sencillo es muy artesanal, hecho a mano. Pudiendo hacer las portadas de forma digital, ¿por qué decidiste hacerlas como manualidades?

S.P: Primero, hablando de todo lo que implica ser artista, pensé: “Bueno, ¿y ahora el arte? Es todo otro trabajo, ¿quién va a hacer eso?”. Al final decidí hacerlo yo porque quería intentarlo, y me encantó. Fue un salto al vacío porque nunca había hecho una portada, ni siquiera en collage. Pero estoy muy feliz de haberlo hecho. También tuve ayuda de Juanma, mi pareja, que toca el acordeón. Él me apoyó porque es difícil tomar las fotos y lograr que se vean profesionales. También, sigue la lógica del marsupial y de mis canciones: la creación del collage es como tomar un poquito de todo lado, juntarlo y que tenga sentido. Por ejemplo, Don Gildo fue un collage con varias capas que hicimos dentro de una cajita. El frailejón que aparece ahí está hecho con recortes pequeñitos de revistas para darle otra textura. Es muy especial para mí. Tengo las figuritas que hicimos para eso: los frailejones, la guitarra en Mi cucha, la zarigüeya de plastilina. Para mí todo se trata también de la diversión; el arte es así porque me divierte hacer cosas con las manos, soy muy manual. Si hubiera intentado algo digital, habría salido muy mal. Entonces sí, soy muy de las manos, y por eso el arte del álbum es así.

A.V: Si pudieras definir el álbum con una sola palabra, ¿cuál sería?

S.P: Uy, qué difícil. Pues diría Cuentacuentos. Sí, son cuentos para mí. Siento que es como abrir un libro, más que todo un libro de cuentos infantiles. Ojo, no es música infantil, pero fácilmente lo vería como un libro que uno abre y encuentra diferentes historias, con un poco de realismo mágico y con trama. Para mí son cuentos, sí, cuentacuentos.

A.V.: ¿Qué fue lo más difícil y lo más gratificante del proceso de grabación del disco?

S.P: Uf, lo más difícil fue liderar, porque siento que no tengo una energía de líder, organizada y concreta, con un ritmo muy determinado. El equipo fue muy bello y talentoso, con mucha experiencia. Todas las personas que participaron tienen una trayectoria larga: Laura Alacrán, que toca el requinto y hace voces; Helbert Meléndez y Juan Manuel Cárdenas, los músicos principales que me acompañan. También están Sara y Dani en dos temas. Son músicos profesionales con proyectos muy organizados que admiro mucho. Entonces, liderar a gente que admiro desde la inexperiencia fue un reto enorme: creérmelo y mantener todo bajo control. También trabajar con Incorrecto, la disquera, que tiene una trayectoria larguísima. Meterme en eso desde cero y de un día para otro fue muy difícil, pero también muy gratificante. Fue un trabajo de dos años, y es satisfactorio que al final todas las personas sigan ahí. Eso es lo que más agradezco: que todas las personas del equipo me vieron crecer, me apoyaron, se mantuvieron y creyeron en este proyecto.

A.V: ¿Cómo se dio tu participación en el FEP del próximo año?

S.P: Me considero muy confiada en el destino. Hay muchas cosas que prefiero que lleguen en vez de buscarlas, y mi forma de buscarlas es haciendo lo que está en mis manos: la música, las composiciones. Siento que siempre ha venido desde afuera el siguiente paso. En este caso, el siguiente paso es el FEP, y llegó muy orgánicamente. Estoy trabajando con Incorrecto, ellos enviaron mi propuesta, a los del FEP les gustó y nos invitaron. Es un paso más para el proyecto, y siento que es una invitación a crecer. Hay que estar a la altura de las cosas y también confiar, porque todo llega cuando tiene que llegar. Me emociona mucho que la gente vaya a escuchar esto en ese espacio.

A.V: ¿Qué significa para ti llevar la carranga a uno de los festivales más importantes, no solo de Bogotá sino de Colombia? 

S.P: Me parece muy necesario, no porque sea yo, sino por la esencia de la música. Siento que es un espacio con oportunidad para la diversidad, porque los artistas más grandes del cartel suelen ser extranjeros. Igual, qué chimba esos artistas, pero me parece muy lindo compartir desde un lugar horizontal, donde todas las ideas son igual de válidas, y también compartir un mensaje relevante para lo que está pasando ahora. Me gusta compartir mi música porque siento que puede generar un impacto social, aunque sea pequeño, y también desde el disfrute: muy lindo, muy tranquilo, pero con mensaje. Que en este espacio de puro disfrute, de compartir y bailar, también haya un momento de reflexión. Siento que la carranga sería mucho más escuchada si las personas fueran a una fiesta con carranga. Es muy divertida, muy bailable, muy orgánica para nuestros cuerpos, por ser de acá. Me alegra que tengan la oportunidad de bailar estas músicas allá, porque seguro van a querer más. En general, la carranga y las músicas campesinas tradicionales lo agradecen, porque así crecemos como gremio.

A.V: Sabemos que es un poquito temprano para hablar de eso, pero ¿qué podemos esperar de esa presentación en el FEP?

S.P: Vamos con toda la banda, con las personas que estuvieron en el disco. Va a ser nuestra presentación más épica hasta ahora. Tendremos vestuarios superlindos, oficiales. También habrá artistas invitados sorpresa, así que realmente va a estar muy lindo. Pueden esperar que será muy bailable, muy divertido, muy bonito, y lo van a gozar sí o sí.

A.V: ¿Y tú qué esperas del público?

S.P: Espero que el público sea muy honesto, la verdad. Que se den la oportunidad de escuchar y, si no les gusta, está perfecto. Si prefieren otras músicas, es lo normal. Pero darse la oportunidad de escuchar cosas nuevas es muy enriquecedor para todos. Aunque sea solo un momento, siento que permitirse escuchar otras cosas es importante para artistas y oyentes: llevarse algo nuevo a casa, un nuevo gusto, un nuevo tema en qué pensar, una nueva forma de vivir los festivales. Permitirse espacio para todo: bailar carranga y luego en la noche escuchar rock. La vida da para mucho.

G.C: ¿Estás trabajando en otro proyecto que pienses publicar?

S.P: En este momento quiero volver a componer más. Es difícil con los nuevos retos de la vida, pero es lo que más amo. Ya estoy escribiendo nuevas canciones, aunque es un proceso largo: de aquí a que salga el próximo álbum podrían pasar dos años, quizás menos, quién sabe. También me gusta tocar sin pretensiones; eso es lo bonito de ser músico: reunirse a tocar con amigos y amigas en distintos espacios, no necesariamente en escenarios. Eso me encanta. Estoy abierta a todo, básicamente: a lo que venga y a seguir construyendo en todos mis proyectos. Además, tengo otro proyecto enfocado en la escritura. A comienzos de año, junto a Helbert, quien toca la guacharaca, hicimos un librito con cuentos que escribí, titulado Cuentos del año pasado. Eso también seguirá ocurriendo: más escritos, más publicaciones. Al final, todo se conecta dentro de este universo de las historias.

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