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17 de Octubre de 2024 00:00
El arte de la ebanistería es un oficio artesanal, dedicado a la creación de piezas de madera. Este oficio ha definido parte de la identidad cultural de la región Sabana Centro, gracias a técnicas y conocimientos transmitidos de generación en generación.
Desde el siglo XVI la madera ha sido una fuente de inspiración para los artesanos del país, quienes esculpen piezas únicas que capturan la riqueza natural y cultural. Luis Carlos Pareja, artesano del municipio de Chía, se dedica a preservar la tradición de los juegos antiguos como la pirinola y el trompo, de otras formas de artesanía.
Su vocación y talento por el trabajo manual ha estado presente desde que era pequeño. “Siempre me ha gustado trabajar con madera. De niño hacía mis propios juguetes, utilizando carretes de hilo de mi mamá y otros materiales que encontraba”, mencionó Pareja. Para él, la artesanía es una manera de mantener viva la tradición a través de los juegos con los que creció, inspirando a otros a reconectar con su historia. “Para mí ha sido satisfactorio ver a los abuelos comprar juguetes tradicionales para sus hijos y nietos, recordando su propia niñez”, afirma con mucho orgullo.
De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 44,3% de los artesanos de Colombia aprendió la artesanía de alguien de su familia. Esto muestra que definitivamente se trata de una labor tradicional y que se transmite de generación en generación.
Con trompos, pirinolas y yoyos, su objetivo es dejar una huella en la artesanía de Chía, compartiendo su arte con las nuevas generaciones y enseñándoles el valor de la madera. “Los niños ahora no conocen mucho de los juguetes tradicionales de madera, pero cuando los ven, se sorprenden y son felices”.
A través del programa de emprendimiento “Chía Emprende Segura” de la alcaldía del municipio, Luis Carlos tiene la oportunidad de darse a conocer en la región por medio de eventos y ferias en donde realiza demostraciones de lo que conlleva el trabajo de sus creaciones, facilitándole establecer un contacto directo con todas aquellas personas interesadas en adquirir sus artesanías, permitiéndoles apreciar el arte detrás de cada pieza y entender que ser artesano es mucho más que solo crear objetos.
A lo largo de su carrera como artesano, ha enfrentado diversos desafíos, uno de ellos la escasez de materiales y la falta de oportunidades durante la pandemia, lo que lo obligó a buscar alternativas y transformar su oficio en un arte sostenible, incorporando no solo maderas finas, sino también materiales reciclados y contribuyendo así a la preservación del medio ambiente.
Para Luis Carlos, sus relaciones familiares son bastante importantes, en especial la cercanía con su hija Marion: su conexión se ha fortalecido, gracias al amor a la artesanía, pasión que ambos comparten. Desde pequeña, Marion ha seguido los pasos de su padre y en medio de aserrín y madera, fabrica sus propios accesorios, como aretes, collares y pulseras. Con el apoyo y consejos de su padre perfecciona sus artesanías. Incluso ha realizado algunos proyectos con su padre, contribuyendo en el diseño de nuevas creaciones y siendo un apoyo incondicional para su padre.
Marion describe a su padre como una persona profundamente apasionada y expresa su admiración hacia él por su dedicación al arte y resiliencia. "Desde pequeña he podido verlo dedicado a su arte, y ahora que soy grande reconozco su gran labor como artesano", comenta Marion.
Más allá de un artesano Marion lo describe como un hombre creativo, rockero y hippie, alguien que siempre tiene una idea en la cabeza, que busca aprender y encontrar nuevas formas para crecer como persona. Adicionalmente, comenta que puede parecer un hombre callado y que "está en su propio mundo", pero que su taller es el lugar donde puede expresarse con libertad y ser él mismo al darle rienda suelta a su creatividad. Su lugar de trabajo es donde ocurre la magia y las piezas cobran vida.
Este sitio está lleno de aserrín, maquinaria hecha por él mismo y madera próxima a trabajar. Pueden verse pinturas, martillos y utensilios, además de una variedad de figuras artesanales, como cruces, barcos, casas para pájaros y vehículos.
Así es como Luis Carlos busca honrar una tradición milenaria, haciendo que permanezca en el tiempo y que no desaparezca en un mundo lleno de productos industrializados. Por medio de su oficio busca dar un poco de sí mismo y dejar un pedazo de su corazón en las manos de cada persona que adquiera sus productos.
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