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1 de Junio de 2025 00:00
El edil de Fontibón que llegó al Concejo de Bogotá
Julián Triana tiene 31 años y una carrera política en la cual ha abogado por un ambiente donde la cultura sea relevante, la política se dé en palabras sencillas y la libertad de ser auténtico nunca se pierda.
«Para mí, la política es un acto de amor y tratar de amar en un mundo en donde nos han dicho que eso ya no vale la pena es todo un acto de rebeldía», menciona Julián Triana en su vídeo de Instagram, donde cuenta con más de 80.000 seguidores, en el cual anuncia su postulación para el Concejo de Bogotá. Sus redes sociales enseñan las diferentes facetas del abogado de profesión que decidió dar el salto a la gestión pública. Conciertos, vídeo-críticas, presencia en eventos, análisis políticos y fútbol, llenan el feed del exedil de la localidad de Fontibón y actual concejal de Bogotá.
Pese al alto número de interacciones y su controvertido activismo digital en el ambiente de la política, Julián deja claro que no es un influencer. Con tono calmado, explica cómo ha usado las redes sociales como portal para expresar sus opiniones, para presentar su ser político, pero nunca dejando oculto su lado social, aquel que enseña la vida de joven capitalino. “Hay políticos que tratan de encajar, de mostrarse muy normales y demás, pero son absolutamente falsos. Esa es la razón por la que yo decidí mantener un perfil personal, pero que muestra mucho contenido político”, comenta Triana, manifestando que ahora el ambiente se encuentra lleno de personajes, mas no de personas.
Con un estilo marcado por zapatillas blancas, pantalones de mezclilla y pines metálicos que enseñan diversas militancias, ha construido su imagen como político fuera de lo que se comprende como tradicional, cuestionando que el traje no crea al mandatario, presentándose de esta forma tranquila en los escenarios que lo requieran, desde reuniones políticas hasta eventos casuales.
Los encuentros de oratoria son el ecosistema de Julián. Argumentaciones, réplicas y retórica bombean entusiasmo a quien fue campeón de debate en cuatro países y es fundador de la Sociedad de Debate de la Universidad Sergio Arboleda. Con elocuencia, y manteniendo una voz serena que reconoce que hablar fuerte no válida la tesis, pronuncia sus ideas de campaña. Qué quiere hacer, cómo y por qué. Cuando no se encuentra hablando su mirada se pierde en lo que mencionan sus contrincantes, todo acompañado de un bruxismo y un juego rápido de sus dedos que anticipan respuestas.
Es así como fluye con naturalidad en distintos espacios. Con metro setenta y cinco de estatura, saluda a más de 20 jóvenes que destinaron el tiempo de su sábado a las 7:30pm en La Candelaria para escucharlo hablar sobre cómo gestionará la campaña —en su etapa hacia el Concejo—. Su calidez al hablar es la característica que más resaltaron sus voluntarios, quienes dedicaron varios días en la promoción del voto hacia las personas de la capital. Todo lo anterior bajo el interés en el exedil que disfruta de la tertulia.
La labor de escuchar y buscar soluciones ha estado en él desde la infancia. Derechos de petición para proteger árboles de su localidad o reparar las luces de su barrio fueron los inicios para un Julián joven que tenía la misión de cuestionar y vociferar lo que él encontraba mal. “Siempre vi que iba a ser un gran líder algún día y lo es, pero lo chévere de él es que a pesar de ser una figura pública es muy él, muy auténtico. La persona que tú ves en redes es también la misma persona con sus amigos o con su familia”, afirma su primo Nicolás, quien, al ser hijo único como Julián, lo considera un hermano.
Como cualquier político, el tiempo es su enemigo. Con itinerario lleno, sus días consisten en recorrer la capital del país. Sea en Uber, taxi, bicicleta o Transmilenio, intenta llegar minutos antes a la esquina donde se desarrollará la actividad. Una mañana en Bosa, la tarde en La Castellana y la noche en Barrios Unidos resulta en toda una jornada de saludos y exposición.
Sin embargo, hay actividades que Triana nunca dejará opacadas pese a los eventos políticos que puedan surgir: los partidos de Millonarios, almuerzos con la familia y una escapada de dos horas para leer un libro en un buen café. “Antes decía: bueno, nos vemos en tal parte, a tal hora y punto. Se hacía. Yo era el que mandaba. Ahora el que manda es Julián”, comenta su padre, siendo consciente de que su hijo ahora tiene el peso de ser funcionario público sobre sus hombros, pero también, mantiene sus prioridades claras. Sus amigos cercanos aún tardan en visualizar la magnitud que ha tenido el candidato gracias a su activismo político digital, trayendo al presente esos momentos en los cuales se les acercaban jóvenes para preguntar: ¿tú conoces a Julián Triana?
El propio Julián comenta frente a la acogida que ha recibido hacia su contenido en redes por parte de la ciudadanía, aunque también resalta algunos contras cuando menciona ser la primera persona en el país que fue a la corte por un TikTok, problemática en la que se vio envuelto por un vídeo donde criticó el nombramiento para la Coordinación Étnica del Centro Nacional de Memoria Histórica. Sin embargo, prefiere recordar los calurosos saludos en las aceras de Bogotá por parte de aquellos que lo vieron, en primer lugar, por medio de una pantalla. No olvida cuando, en medio de una fiesta, un par de jóvenes lo felicitaron por su gestión. “Es recompensa a un trabajo juicioso, un trabajo coherente. Creo que hay mucha gente que cuando tiene seguidores en redes sociales, cambia; a Juli eso no lo ha llegado a afectar, sigo viendo en él a una persona sencilla, coherente y sobre todo humana, eso es difícil de encontrar”, dice Nicolás Riaño, quien estudió el pregrado junto a Julián y hace parte, junto a él, del Partido Alianza Verde.
Ser efusivo va con el ser político y personal de Julián. No teme enseñar su verdadero ser, siendo indiferente hacia el escenario. Mantiene sus ideales enfocados en su proyecto. Reconoce que, pese a militar por minorías, es incapaz de adueñarse de su discurso; se apropia de lo que él es. Por esta razón, decidió crear círculos de masculinidades subversivas, donde reúne a otros hombres que desean romper el estereotipo de ‘macho’ y promulgar una visión sana en un ambiente que promueve las actitudes machistas, las cuales son enseñadas desde la política. Es así, que no duda en tratar de tú, ser cálido en sus saludos, o pensar en llevar un diseño en las uñas.
El corazón de Julián, dejando de lado a su familia, tiene a una ganadora asegurada: la literatura. El nacimiento de esta profunda relación se da por herencia de su mamá y de su abuela. Inició con Tintín, Condorito y Olafo, desde allí cayó al universo de las letras. “Descubrí que los libros tenían realmente un poder transformador porque abrían mucho la imaginación”, menciona Julián. Fue en séptimo grado cuando compró, con su propio dinero, su primer ejemplar: El Túnel, de Ernesto Sábato, llegando a sus manos gracias a un compañero que decidió vendérselo, ya que Julián lo pedía prestado con frecuencia.
Se visualiza como escritor en un futuro lejano, pero aún le falta formarse más en el área, dice entre risas, pese a que ya cuenta con más de 80 poemas escritos y una que otra columna en el periódico El Tiempo. Dentro de sus autores preferidos se encuentra Martín Caparrós, escritor y periodista argentino que lo felicitó en la Feria del Libro de Bogotá del 2023 por realizar una ‘fiesta’ con su obra El Hambre, por las numerosas notas y partes resaltadas con colores en el ejemplar que Julián posee.
Asimismo, su biblioteca cuenta con piezas que lo han flechado, como La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Aleksiévich; El ruido de las cosas al caer, de Juan Gabriel Vázquez y Los suicidas del fin del mundo, de Leila Guerriero, quien junto a Caparrós, son el motivo por el cual Julián paga la suscripción al diario El País. Sin embargo, afirma que el libro que encabeza la lista es El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. Por lo anterior, y en el ejercicio de generar que los jóvenes lean y que lean lo que les guste, creó un círculo de lectura, para el cual realiza directos en su perfil de Instagram, en donde, con sus gafas de marco delgado, lleva a cabo la exhibición de algún ejemplar para las docenas de espectadores.
Ser un político es abrir las puertas a la exposición mediática las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. No obstante, Julián ha demostrado que no es necesario perderse en el personaje, sino vivir la política de forma auténtica, dando un aire fresco a un ecosistema tradicional y reivindicando la llamada revolución de los jóvenes.
La composición de su discurso tiene sus bases en el amor; amor por la ciudad, su familia, sus voluntarios, la lectura, el ambiente, la libertad de las minorías y demás militancias que pasan de un marketing atractivo a principios de su ser real. “Lo único que me duele de morir es que no sea de amor”, retoma Julián de la frase del único Nobel de literatura colombiano, expresando su admiración frente a las luchas que tienen como centro a este sentimiento. Él busca ver materializadas sus propuestas para la ciudadanía, pero tiene claro que la carrera política no debe ser eterna. “Voy a trabajar duro para poder irme rápido”, dice Julián.
Lo días del concejal que obtuvo la mayor cantidad de votos de la bancada Alianza Verde transcurrirán de la mano con sus opiniones en redes y vídeos que muestran la vida de un joven capitalino, a quien no le gustan los lugares cómodos, por lo que no busca mantener el puesto por más de un período, ni piensa seguir obligatoriamente la escalera política. Julián Triana espera continuar con una exposición llena de vitalidad, donde salpiquen todas sus pasiones.
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