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7 de Julio de 2025 14:55
La pasión no es solo un sentimiento, es un motor incansable, una fuerza que empuja incluso en los días más agotadores. Para Valentina Arroyave, la pasión no es una emoción pasajera, sino el hilo conductor de su vida. Es aquello que la mantiene en movimiento, y demostrar que los sueños se construyen con disciplina, sacrificio y determinación.
Cada jornada en su vida es una danza entre la exigencia académica y la intensidad del entrenamiento. "Mientras otros descansaban, yo entrenaba o hacía tareas", afirma esta mujer que, desde sus inicios en la danza a la tierna edad de 3 años, ha tenido que aprender a mantener el balance para sacar todos sus objetivos a flote.
Valentina nació el 20 de noviembre de 2004 y desde muy chiquita siempre fue una niña inquieta e hiperactiva, su energía inagotable siempre fue una de sus mayores características y desde muy pequeña tuvo un interés particular: Ponerse un tutú. Por ello, sus padres la inscribieron a clases de ballet en una academia que posteriormente se convertiría en su segundo hogar y donde continúa hasta el día de hoy, Golden Dance & Cheer Academy.
A los 10 años, Valentina decidió explorar otras técnicas como la gimnasia y el baile lírico. Pero su destino quedó sellado al descubrir otro elemento que la cautivó y que sería su "media naranja", un par de pompones. Así comenzó a interesarse en la rama del Freestyle Pom, donde encontró la pasión a la cual le ha dedicado más de 10 años de su vida y gracias a la cual ha cosechado grandes triunfos.
En 2017 fue seleccionada por primera vez para hacer parte de la Selección Colombia de Porristas, en la cual ha estado por más de 7 años. En 2019 hizo su debut en The Dance Worlds, en Orlando, Florida, uno de los eventos más prestigiosos del porrismo a nivel mundial. Durante los años siguientes, compitió en múltiples campeonatos nacionales federados, destacándose en 2020, 2021 y 2022 con actuaciones sobresalientes que la consolidaron como una referente en su disciplina. En ese 2022, recibió el reconocimiento como Mejor Deportista Nacional, reflejo de su crecimiento y compromiso con el deporte.
El año 2023 fue clave en su carrera. En los Juegos Nacionales, debutó el Freestyle Pom como deporte invitado. Valentina y el equipo de Bogotá D.C. lograron un puntaje de 83.5 en la semifinal, asegurando su pase a la final. El domingo 12 de noviembre, a las 3 p. m., llegó el momento que para algunos puede ser de tensión, pero que para Valentina representaba la cumbre de tantos años de entrenamiento. La espera fue tensa. La diferencia con Antioquia era de solo 0.4 puntos, pero ese nerviosismo se convirtió en euforia cuando anunciaron el resultado final: Bogotá D.C se había llevado el oro. Fue un instante de emoción, lágrimas y abrazos. "En cualquier cosa que hace, le mete el corazón, la actitud, el alma y siento que eso es lo más importante", afirma María Fernanda Ortiz, su mejor amiga en la academia de ballet, resaltando la entrega con la que Valentina afronta cada desafío.
Desde pequeña, Valentina creció en un entorno familiar amoroso, pero donde la disciplina y el esfuerzo eran valores fundamentales. Sus padres, Diana Clavijo y Uriel Arroyave, jugaron un papel crucial en su formación, inculcándole desde temprano la importancia del equilibrio entre el estudio y el deporte. "Si usted quiere seguir bailando, tiene que rendir en el colegio", le decían ellos con frecuencia en su casa.
Su madre, en particular, se aseguraba de que cumpliera con sus deberes escolares antes de salir a entrenar y en sus primeros años de escuela, siempre le ayudaba para que ella pudiera cumplir, pero a medida que iba avanzando Valentina se encargó de esa responsabilidad: "siempre ha sido muy juiciosa, organizada y responsable. Sabe distribuir su tiempo para cumplir con todo", destaca Diana.
Su padre, por su parte, recuerda que en las entregas de notas los profesores siempre le decían que con Valentina no había ningún problema, y que era muy organizada. "Mientras otros papás peleaban porque sus hijos tenían demasiadas tareas y no les alcanzaba el tiempo, yo veía cómo Valentina llegaba a casa sin nada pendiente. A veces, incluso llegué a pensar que Vale no hacía nada o era una vaga, pero era porque ya lo había resuelto todo en el colegio", cuenta Uriel con admiración.
Sin embargo, la cantidad de entrenamientos, competencias y viajes hizo que Valentina tuviera que sacrificar muchas veces, los momentos en familia. "La cantidad de cumpleaños, eventos y compromisos familiares a los que no he podido ir por entrenar es impresionante", afirma.
Valentina vivió un par de veces con sus abuelos, durante la pandemia, por cambiar de aires, y luego en 2024, por temas de transporte, lo que representó un cambio significativo en su día a día. "Nunca había vivido con mis abuelos, fue una experiencia totalmente diferente", menciona. Esa etapa le permitió fortalecer aún más su vínculo con ellos y aprender a ver la vida desde otra perspectiva.
Durante el 2021, cuando las academias y entrenamientos empezaban el modelo de alternancia, su prioridad no fue volver a la tarima, sino cuidar a su abuelo, quien por tener un delicado estado de salud, no podía exponerse al contagio de Covid 19. "En ese momento, lo más importante era la salud de mi abuelo, no volver a entrenar. Tenía pavor de enfermarme y traerle el virus, no quería llegar a ese punto sabiendo lo que podía pasar", indica Valentina. Este tiempo le permitió valorar la importancia de la familia, y que a veces hay cosas más importantes que el porrismo.
Desde pequeña fue una estudiante dedicada, consciente de que el esfuerzo en las aulas es tan importante como el que pone en la tarima. "Es increíble en trabajos como redacción, en escritos o incluso liderando equipos. Tiene un nivel de exigencia alto consigo misma y con los demás", destaca Adrián Trujillo, uno de sus amigos de la Universidad de La Sabana, donde estudia Comunicación Social y Periodismo.
La trayectoria educativa de Valentina no ha sido sencilla. Esa competitividad y hambre de conocimiento que la caracterizan, la llevaron a participar en diferentes actividades en el colegio, tales como los concursos de deletreo y los modelo ONU, los cuales eran una carga extra en su ya agitada vida. Sin embargo, rendirse o descuidar los estudios nunca ha sido una opción para ella: “no puedo procrastinar, tengo un compromiso con las dos caras de la moneda”.
Debido a su faceta deportiva y a las competencias que muchas veces se cruzaban con su horario académico, Valentina tenía que buscar la manera de compensar los conocimientos que no recibía en clase. “Me tocaba aprender los temas del colegio por mi cuenta, era la única manera de no quedarme atrás y perder los exámenes”.
Pero hubo un momento en que el equilibrio se rompió. En sexto grado perdió matemáticas, y sus padres, enojados, le prohibieron entrenar por un tiempo. “Ese fue un punto de inflexión con mis padres y en mi vida”, recuerda.
Aquella pausa forzada la golpeó emocionalmente, porque no solamente la perjudicaba a ella, sino que “por el otro lado tampoco podía tener contento a mi equipo, a mi entrenador, porque ya tenía un compromiso con ellos”. Pero la tenacidad y las ganas de sobreponerse a la adversidad lograron que, mediante un titánico esfuerzo, búsqueda de asesorías y disciplina, Valentina lograra sacar adelante la materia de ahí en adelante.
En la secundaria, mientras empezaban las dudas de a qué se iba a dedicar, Valentina veía su futuro en el Derecho. "Siempre he amado el derecho y sigo amándolo", confiesa. Sin embargo, al investigar más, se dio cuenta de que no encajaba con ella. "Por mi hiperactividad, no me veía sentada todo el día en una oficina leyendo casos para defender a alguien", explica. Exploró Ciencias políticas, pero tampoco la convenció. La gran revelación llegó cuando vio que los comunicadores sociales estaban ganando espacio sobre los politólogos y que el periodismo le permitiría unir su pasión por la escritura con el deporte.
"En octavo, mi rectora siempre me decía que yo iba a estudiar Comunicación social y periodismo. Yo me reía y le decía que no, que iba a estudiar Derecho", recuerda. Pero al descubrir que podía darle visibilidad al porrismo a través de la comunicación, supo que ese era su camino.
Desde el primer semestre en la universidad, Valentina se destacó por su entrega en cada tarea. "Ella siempre ha sido una chica muy apasionada, tanto por su deporte como por el tema de que le vaya muy bien en el estudio", cuenta Adrián. Uno de sus trabajos universitarios sobre porrismo fue publicado en Pulzo, un medio de comunicación digital de alcance nacional. "Fue una locura: pasé noches enteras trabajando y, cuando menos lo esperaba, los resultados llegaron", afirma Valentina.
Si bien este fue uno de los puntos más altos en la vida académica de Valentina, no ha sido el único. En esa mujer atlética y fuerte, de piel clara, contextura menuda y cabello negro lacio, y que siempre tiene una sonrisa amplia y contagiosa, hay una energía inquebrantable, una mente inquieta, disciplinada y siempre hambrienta de conocimiento.
Actualmente, a sus 20 años, Valentina no solo compite, sino que investiga e incluso forma a nuevas generaciones. "Comenzar desde los 4 años un deporte no es fácil y llevarlo a los niveles que lo ha llevado ella, con numerosos logros y medallas, es muy inspirador", destaca Julián Barreto, su mejor amigo. En la parte académica, Valentina está cursando la profundización en periodismo deportivo y su trabajo de grado está dedicado a la visibilización del porrismo, un deporte que sigue luchando por reconocimiento en Colombia. "Su trabajo de grado es una oportunidad para demostrar todo lo que ama y todo lo que ha vivido respecto a su deporte, pero también para mostrarle al mundo de qué está hecha", resalta Julián.
Además, empezó a ejercer el rol de profesora en su academia, y ha visto el impacto que tiene en sus estudiantes. "Me acuerdo de que incluso el semestre pasado, cuando empecé a dictar clase, me decían Profe, yo no sabía que esto podía pasar, que podía tener impacto en esto”. Para ella, poder transmitir su pasión desde distintos frentes es la confirmación de que eligió el camino correcto.
Para Valentina, todo lo que ha hecho y lo que seguirá haciendo parte de un mismo sentimiento que la ha acompañado desde siempre: "Siempre lo amé, por ello siempre quise dar lo mejor de mí", afirma ella. Su historia es prueba de que la pasión y la disciplina abren múltiples caminos, ya sea dentro o fuera de los escenarios.
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