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6 de Diciembre de 2024 00:00
Callie Veelenturf, creadora de In Dubio Pro Natura, participó en la creación de la Ley de los Derechos de la Naturaleza en Panamá que busca reconocer a la naturaleza como sujeto de derechos.
Recién empezaba su primer trabajo como bióloga marina en California cuando Veelenturf se enfrentó a ser acosada sexualmente por parte de su jefe. Inmediatamente, se refugió en las leyes de Estados Unidos y decidió empezar un proceso legal.
A pesar de que existen muchos problemas en el sistema legal estadounidense, se sintió protegida pues, de fondo, existía una ley que avalaba su experiencia y la abstraía a la realidad.
De esa manera, Veelenturf empezó a preguntarse cómo podía sanar un evento negativo desde una perspectiva positiva y, en su búsqueda, se dio cuenta de que no podía defender los derechos de la naturaleza de la misma forma en la que defendió los suyos.
Tras esa situación, decidió utilizar su vida para la conservación de la biodiversidad, viajó a Panamá para explorar sobre las tortugas marinas y desde ese momento, no ha dejado de investigar sobre ciencia, océanos, tortugas y biodiversidad en Latinoamérica.
Después de años de lectura, resolución y estudio, participó en la construcción de la Ley 287 que reconoce los derechos de la Naturaleza y las obligaciones del Estado relacionadas con estos derechos, firmada el 24 de febrero de 2022 en Panamá.
Esta ley ampara a la Naturaleza como sujeto de derechos y se extiende a todos los seres vivos, elementos y ecosistemas que la componen. Por eso, el Estado debe velar por la protección no solo de las tortugas o tiburones, sino también de los corales y las ceremonias ancestrales.
Veelenturf trabaja como investigadora y exploradora de National Geographic, científica de la Naciones Unidas en el programa Armonía con la Naturaleza y fundadora de The Leatherback Project.
Yo tengo un recuerdo muy fuerte de niña. No sé, cuatro, cinco o siete años, estaba acostada en el cuarto de la casa de mis papás viendo al cielo y pensando en todo lo que estaba pasando en el mundo y sintiendo que debía hacer algo. Después sentí como una desesperación muy grande intercambiada por una ola de paz. Alguien me decía “Callie, lo vas a hacer, así que no te estreses porque tú viniste a hacer eso”. Así que solo tomé los pasos.
Después estudié biología marina. Básicamente, creo que mi llamado específico en términos de los derechos de la naturaleza fue cuando tuve que defender mis propios derechos y me di cuenta de que la única cosa que me protegía era eso, el hecho de que yo tenía derechos, ¿cómo podemos proteger a la naturaleza que nos sostiene, si ella no tiene nuestros mismos derechos? No había pensado en eso así hasta que me pasó personalmente.
Por eso digo que, aunque soy bióloga, este es mi llamado a la acción. Esto es específicamente en lo que puedo contribuir y por eso me siento tan apasionada.
Yo creo que realmente es importante en primer lugar hablar más de los ecosistemas marinos en este tipo de eventos. Cuando hablamos de naturaleza, la gente piensa en el bosque y animales terrestres, pero no en los océanos y su biodiversidad, no es nuestra primera imagen. Hay diferentes grupos que se enfocan en la naturaleza, pero no incluyen al mar...
En segundo lugar, yo siento que este framework de derechos de la naturaleza puede ser una manera en la que Colombia y otros países de América Latina y el Caribe pueda protegerla de mejor manera, porque cuando ya existe una estructura de base, cualquier ciudadano puede demandar si esta no se implementa. La gente dice: “¿cómo se implementa?”, pues, de la mano de todo el país. Cuando ya la gente sabe eso y lo empieza hacer, funciona solito.
Eso me da esperanza, porque si siempre esperamos al gobierno, abogados o políticos para hacerlo no va a suceder bastante rápido. Pero si le damos ese poder a la gente de implementar proyectos de ecosistemas marinos, puede cambiar todo.
Yo creo que eso es una pregunta superclave y, obviamente, lo que me pasó no solo les pasa a las mujeres, pero sí sucede más. Siento que ese empoderamiento de la mujer es bastante importante, hablar en estos espacios de los obstáculos a los que nos enfrentamos permite que no se escondan a través del silencio. Y, levantando las voces de mujeres en cualquier oportunidad que se puede, especialmente en puestos de liderazgo, es muy importante.
También pienso que la mujer es más empática. Nosotras cuando tomamos decisiones tenemos más empatía y compasión, eso es lo que necesitamos. Enfocar esos valores a la naturaleza y, a través de ella, encontrar maneras de protegerla realmente.
Algo que yo he aprendido es que a veces cuando estamos creciendo, y tenemos esas ganas de hacer algo, pero no sabemos cómo, nos ponemos nuestros propios límites en la mente. Tenemos que ser nuestros mejores amigos. Hay mucha gente en el mundo: la familia, el machismo, profes que van a decirte que no puedes o no debes. No escuches. No debes dejar que tu voz se convierta en una de esas voces también.
Hay una frase en mi estado de WhatsApp que me encanta y es “No hay sueños imposibles, solo nuestra percepción limitada de lo que es posible”. No se limiten, sueñen grande y tomen los pasos para cumplirlo.
Decidí que iba a proponer una nueva Ley de los Derechos de la Naturaleza en Panamá y lo peor que podía pasar era que me dijeran que no. Escribí una resolución y la llevé a la primera dama, Yazmín Colón. También presenté la idea a un diputado, Juan Diego Vásquez, y a él le encantó la idea. Trabajamos por dos años con abogados panameños e internacionales y todos éramos jóvenes menores de 35 años.
Me emociona decir que el presidente de Panamá firmó esta Ley en el 2022. Por lo que ahora en Panamá la naturaleza tiene sus derechos reconocidos como: existir, persistir, regenerar sus ciclos vitales, la restauración y, mi favorito, la representación en las cortes. Cualquier ciudadano panameño ahora puede llevar un caso legal en el nombre de la naturaleza, y eso va a ayudar muchísimo a que se implemente la Ley.
Finalmente, también hay muchos principios ecocéntricos que intentamos desarrollar e innovar como In Dubio Pro Natura, esto ayuda mucho a los jueces que tal vez no saben que decisión tomar frente a un caso o qué deben implementar. Con este principio, si hay alguna duda, deben favorecer a la naturaleza.
The Leatherback Project nace como ONG por lo que está pasando en el Pacífico Este con la pesca incidental. En mis primeros trabajos como bióloga, a los 22 años, trabajé por la preservación de una especie de tortuga en Costa Rica y cada año vi que primero había 30, después 15, luego 10 y, por último, solo 3. Me di cuenta de que yo, personalmente, estaba viendo la trayectoria de la extinción de la especie en el Pacífico y creé la fundación para combatir eso con los pescadores como colaboradores principales.
Escogí “Extinción es para siempre” porque la tortuga laúd ha existido por 110 millones de años, y sabemos que los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años. Así que esta tortuga convivió con los dinosaurios por millones de años y sobrevivió la extinción de ellos. Pero solo ahora, por nosotros, ella está extinguiéndose después de tanto tiempo. Lo que pasó con los dinosaurios ni la extinguió, pero nosotros sí.
Eso es lo que para mí relaciona la tortuga con la extinción y el hecho de que cuando la perdemos es para siempre. No hay nada más que podamos hacer para recuperar la especie o rescatar una población si ya se extinguió. Por eso siento que la extinción en temas de la pérdida de la biodiversidad se puede ejemplar a través de la tortuga.
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