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11 de Octubre de 2024 00:00
Ingeniero civil y empresario colombiano cuya vida y carrera se convirtieron en un testimonio de resiliencia, adaptabilidad y un profundo compromiso con hacer del trabajo algo más humano.
Su transición de la ingeniería civil al mundo empresarial no fue planeada, pero su capacidad para reconocer oportunidades lo llevó a aceptar lo que la vida le presentaba. El desarrollo profesional que Jairo experimentó le permitió comprender que las empresas son entornos para el crecimiento personal y profesional, en lugar de ser lugares donde se permanece estancado indefinidamente. Hoy, mirando hacia atrás, no duda en haber hecho lo correcto.
El mundo de la ingeniería le atrajo desde su infancia por la cercanía que tenía con los amigos de su padre que eran ingeniero. En ese entonces, Jairo se soñaba vistiendo de blue jean, tenis, casco y pavimentando carreteras. Dicha admiración lo llevó a inscribirse en la Universidad de Los Andes, lugar en el que comenzó su carrera profesional. Sin embargo, su trayectoria tomó un giro inesperado cuando, en 1971, lideró un paro estudiantil que resultó en su salida de esa institución. La universidad que lo acogió después fue la Santo Tomás.
Por otro lado, su padre, frustrado por la situación de su hijo, decidió no seguir financiándolo. “Me dijo que yo tenía una casa, un techo, pero que ya tenía que encontrar la forma de seguir de aquí en adelante”, afirmó Jairo. Ahora bien, Jairo nunca reprochó la decisión de su padre. Incluso le ayudó a salir adelante. Al hablar con un contacto en el Grupo Corona, su padre le consiguió un puesto como practicante. Era el “flotador para no ahogarse”.
A pesar de no haberse graduado de Los Andes, Jairo referencia su semilla social y pasión por una filosofía empresarial centrada en las personas a aquella universidad en donde empezó sus estudios. Afirma que la vida lo fue llevando a un contexto empresarial que no tenía en mente desde el inicio.
Una vez en Corona, Jairo empezó a trabajar dentro de Gribal, una subsidiaria dedicada a la fabricación de griferías. Allí tuvo la oportunidad de aprender sobre gestión empresarial y desarrollo humano. En 14 años en Corona, ascendió a varios puestos hasta ser gerente general de mercado de ventas. El respeto hacia cada individuo dentro de una organización fue un norte que siempre guió su trayectoria.
La vida profesional de Jairo dio un giro significativo cuando recibió una llamada del presidente de Ecopetrol, Alfredo Carvajal, quien le ofreció un nuevo trabajo en la petrolera. Aunque al principio Jairo dudó en dejar el Grupo Corona, pronto decidió aceptar la propuesta para ayudar a crear Terpel, empresa que se convertiría en una de las distribuidoras nacionales de combustibles más grandes de Colombia.
Bajo su liderazgo, Terpel pasó de estar segmentado por regiones a expandirse rápidamente a nivel nacional para llegar a establecerse como un actor clave en el mercado colombiano. La empresa no solo se enfocó en la rentabilidad; Jairo quiso crear un ambiente laboral positivo en el que los empleados pudieran crecer y desarrollarse, tal como él pudo realizarlo. Para él, cada persona representa un "costal de emociones", lo que implica que comprender y vivir bajo esa percepción es esencial para motivar a toda la organización en la consecución de objetivos comunes que beneficien a todos.
En 1998, Jairo recibió el diagnóstico de que tenía cáncer, un Linfoma de Hodgkin en su sistema linfático lo derrumbó. Sin embargo, la enfermedad lo llevó después a reflexionar sobre su vida y prioridades. Paradójicamente, el enfoque que Jairo le dio al cáncer le llenó aún más su costal de emociones de positivismo y esperanza. A raíz de la enfermedad, escribió el libro "Me atacó el cáncer, gracias a Dios", donde comparte su lucha contra la enfermedad. Su esposa, familia, amigos y su fe en Dios lo sacaron adelante.
En 2004 se unió a los empresarios Rafael Lizarazo, Jorge Pradilla y Enrique Valdivieso para crear la Fundación de Empresarios de Chía que en 2013 se convirtió en la Asociación de Empresas de la Sabana, para facilitar una mejor cooperación.
La historia de Jairo es un testimonio de que el éxito está verdaderamente en la influencia positiva que se puede tener en la vida de otras personas. Su esposa María Clemencia, con quien lleva 50 años casado, dice que la generosidad es algo que ha caracterizado a Jairo. Jorge Yarce, periodista y gran amigo de Jairo, dijo en la presentación del libro de su amigo: “Gracias Jairo por ser tan buen testigo de vida vivida, de sufrimiento asumido con fe, y por reabrirnos con tu libro las puertas de la esperanza frente al dolor humano”.
Hoy en día, Jairo, ya pensionado, sigue trabajando como empresario, siendo presidente de Inaltra CI y prestando sus servicios a una asociación como la creada para las empresas de la región sabana. Feliz con su desarrollo profesional, Jairo sigue creyendo firmemente en la empresa como un motor social que, si se construye en conjunto, puede influir positivamente no solo en la región sino en sus personas.
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