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28 de Marzo de 2025 00:00
El estrés es tan común como el tráfico de Bogotá y la ansiedad parece haberse convertido en un síntoma muy cotidiano.
Por Belén Angarita Hurtado*
Mientras las farmacias se llenan de recetas para antidepresivos y ansiolíticos, una solución efectiva, accesible y sin efectos secundarios sigue relegada al ámbito de la medicina alternativa, la meditación.
Esta práctica no es una cuestión de creencias o exclusiva del ámbito espiritual, es una cuestión de ciencia. La meditación ha demostrado reducir la ansiedad, mejorar la salud cardiovascular y hasta complementar el tratamiento de enfermedades crónicas. Aun así, el Ministerio de Salud de Colombia sigue apostando principalmente por soluciones farmacológicas, mientras miles de personas sufren las consecuencias de una crisis de salud mental que no se puede resolver solo con pastillas. Es hora de que la meditación deje de ser vista como un lujo y se convierta en una estrategia de salud pública.
En un país donde la salud mental es un problema creciente, tratar los síntomas sin abordar las causas es un problema grave. Los tratamientos disponibles para la ansiedad, enfermedades o afectaciones psicológicas se centran en medicamentos y prácticas tradicionales que no siempre son accesibles para toda la población. En Colombia, conseguir una cita con un psicólogo de una EPS puede durar meses. En su lugar, la meditación podría ser una herramienta efectiva. Mientras tanto, el 66,3% de los colombianos ha enfrentado algún problema de salud mental. Entre niños y adolescentes, la situación es aún más alarmante: el 44,7% muestra signos de afectaciones psicológicas, según el documento “Política Nacional de Salud Mental 2024-2033.”
Sandra Victoria Rodríguez, especialista en medicina Ayurveda, explica que la meditación es una herramienta esencial para mantener el equilibrio entre la mente, el cuerpo y el espíritu. "Al calmar la mente, se reduce el estrés, y al reducir el estrés, se previenen desequilibrios en el cuerpo físico y emocional", señala.
Además, destaca que la meditación nos permite ser más conscientes de nosotros mismos y conectar con nuestro verdadero propósito. "Si soy consciente de lo que pienso, hablo y hago, tengo el poder de decidir, y no dejo que otros o el subconsciente decidan por mí", añade Rodríguez.
Si la meditación viniera en frascos con etiquetas coloridas y precios elevados, probablemente estaría en todas las farmacias. A diferencia de los fármacos, no tiene una industria multimillonaria detrás. A pesar de esto, el impacto positivo de la práctica de la meditación está documentado en más de 760 estudios científicos registrados en PubMed, que evidencian beneficios como la disminución de la presión arterial, la mejora en la calidad del sueño y la reducción del dolor crónico.
Pablo León, de 26 años, lo comprobó en carne propia. Durante años, sintió que no tenía control sobre sus emociones. “Eso me afectaba física y mentalmente”, relata el experto en marketing empresarial. Pero cuando empezó a meditar, algo cambió.
“Me ayudó a entender mi mente, mi cuerpo, mi exterior y a dejar hábitos autodestructivos”. El paso de Pablo no es el único, cada vez más personas encuentran en la meditación una herramienta efectiva para regular sus emociones y no creer que la solución está exclusivamente en los fármacos.
Colombia tiene una dependencia creciente de los fármacos. Según un estudio publicado por la Universidad CES, en el año 2021, el país gastó aproximadamente 3.002 millones de pesos en medicamentos antidepresivos. Si la meditación se integrara como terapia complementaria y lograra reducir, por ejemplo, un 10% del consumo de estos fármacos, el ahorro anual sería de al menos 300 millones de pesos.
Implementar esta práctica en el sistema de salud no es un “plan ideal”. En otros países, como el Reino Unido, la meditación y el mindfulness ya forman parte de las estrategias de salud pública. En Colombia, podría iniciarse con programas piloto en hospitales públicos, formación en mindfulness para médicos y acceso gratuito a sesiones guiadas en plataformas de EPS. No se trata de eliminar los medicamentos, sino de ofrecer alternativas que empoderen a los pacientes y reduzcan la dependencia a los fármacos.
La meditación no es una moda, ni un lujo, ni una simple alternativa, es una herramienta poderosa que puede transformar la salud mental de un país. Mientras el sistema siga priorizando pastillas sobre prácticas conscientes, seguiremos tratando síntomas, pero nunca curando las causas. Es hora de escuchar lo que la ciencia y las personas ya saben. El bienestar no siempre viene en frascos.
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