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19 de Septiembre de 2025 22:05
En Sopó, el deporte no solo forma cuerpos fuertes, sino también comunidades más cohesionadas y niñas más seguras de sí mismas. La gimnasia artística, una disciplina exigente y poco común en municipios pequeños, se ha convertido en un motor de desarrollo local, educativo y emocional. Hoy, el municipio cuenta con un equipo en crecimiento que necesita respaldo institucional para seguir avanzando.
En el mes de agosto, el coliseo municipal fue sede de la II Copa de Gimnasia Artística FUNSDEPCOL, que reunió a 575 gimnastas de 24 delegaciones de Cundinamarca y Bogotá. Se entregaron más de 1.250 medallas y 50 trofeos, y todas las participantes recibieron kits deportivos. Para Sopó, fue -sobre todo- una oportunidad de mostrarse como anfitrión; para las gimnastas locales, un momento de orgullo y motivación.
“Más allá de las medallas, la copa sirvió para fortalecer la confianza del grupo y demostrar que tenemos niñas con mucho talento”, afirma Valeria Montilla, licenciada en Deporte y directora de la escuela de gimnasia de Sopó.
Montilla, quien también cursa una maestría en ciencias del deporte en la Universidad Pedagógica Nacional, comenzó su camino en la gimnasia a los 11 años. Hoy, entrena a niñas entre los 6 y los 18 años, con un enfoque que integra lo técnico y lo cognitivo.
“Las funciones ejecutivas, como la memoria de trabajo o la atención, son fundamentales. Intento que los entrenamientos no se limiten a lo físico, sino que también potencien estas habilidades”, explica.
Pero el proceso enfrenta obstáculos. La gimnasia es un deporte costoso: requiere implementos especializados, infraestructura adecuada y acompañamiento constante. En Sopó, mucho de esto no está garantizado.
“Muchas veces los padres deben asumir gastos de uniformes, viajes y materiales básicos. La gimnasia necesita inversión sostenida. Si no hay respaldo, el proceso se frena”, advierte Montilla.
A pesar de las limitaciones, el equipo local se proyecta hacia nuevos retos, como su participación en un campeonato sudamericano en Medellín. La entrenadora destaca la autonomía de las gimnastas como una de sus mayores fortalezas.
“Ellas mismas revisan su progreso, se hacen responsables de sus rutinas. Esa autonomía facilita mucho los procesos de aprendizaje”, señala. Montilla cree que el éxito depende de un triángulo: entrenadores, padres y gimnastas. Pero también hace falta un cuarto vértice: las instituciones.
“El compromiso de los padres es enorme, pero no debería recaer solo en ellos. Las entidades locales tienen que garantizar continuidad, recursos y escenarios adecuados”, subraya.
La gimnasia ha sido vista tradicionalmente como un deporte de élite. Que hoy se ofrezca en escuelas de formación en municipios como Sopó es un logro. Pero para que no se quede solo en la oferta, debe haber inversión que asegure continuidad, según aseguran quienes ven potencial en el municipio.
En Sopó ya hay talento. Lo que falta es que ese talento tenga el respaldo que merece. La palabra la tienen las autoridades locales y departamentales
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