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30 de Septiembre de 2025 07:00
Hay ciudades que se dejan querer a primera vista y otras que hay que aprender a querer. Bogotá, de amores y odios, entra en ambas categorías: puede conquistarte o desesperarte en la misma calle.
Parece que gran parte de los bogotanos solo se enfoca en la parte de odios y desesperación, pues, según la Encuesta de Percepción Ciudadana de 2024, apenas el 55,7% de los ciudadanos —equivalente a 4,6 millones de personas— está satisfecho con su ciudad. Sin embargo, basta con salir a la calle y escuchar a un turista para encontrar un contraste casi absurdo: hablan de Bogotá como un destino vibrante, lleno de cultura, historia y gente amable. ¿Estamos en dos ciudades diferentes?
Mi postura es sencilla: Bogotá tiene problemas —como todos los lugares del mundo—, pero no es el desastre que creemos. Es una ciudad que merece ser reconocida y no despreciada. En ella abundan los planes, la cultura, la historia y la gastronomía, y ahí está la prueba más contundente: si fuera tan terrible como lo aseguran, ¿por qué cada vez más extranjeros deciden venir? De acuerdo con el boletín mayo-junio de turismo en Bogotá, para el primer semestre de 2025 la ciudad recibió 918.988 visitantes internacionales, un aumento del 6,7% frente al mismo periodo del año pasado.
Si la cuestión es de percepción, es un hecho que, turista que viene, turista que se enamora de la capital colombiana. Byron León, un guía turístico de Hansa Tours con más de diez años de experiencia, resaltó que muchas de las reacciones de los extranjeros giran en torno a detalles que los bogotanos solemos pasar por alto. “Varios de mis visitantes me han expresado lo limpia que es Bogotá. Uno como bogotano ve basura en todos lados, pero ellos no… En la arquitectura también les sorprende ver tantos edificios de altura, sobre todo en el barrio de Las Nieves y el Centro Internacional; no se lo imaginaban”.
Esa misma fascinación la comparte Fio, una creadora de contenido peruana que conoció Bogotá recientemente y me contó que una de las cosas que más le llamó la atención fue ver a los ciudadanos apropiarse de sus espacios: “Me gusta demasiado el desarrollo que tiene como comunidad... me sorprendió mucho ver a las personas usando sus parques de manera adecuada, practicando deporte, haciendo arte. Acá en Lima, Perú, muy pocas veces se ven ese tipo de cosas, porque los espacios que el Estado ofrece están en pésimas condiciones”.
Bogotá cuenta con más de 5.000 parques de carácter público, distribuidos en las 20 localidades de la ciudad, que ofrecen lugares para practicar actividades al aire libre como parte del Sistema Distrital de Parques, según la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Sin embargo, entre los bogotanos la visión suele ser otra. La palabra con la que más describieron la ciudad fue “inseguridad”. Y con toda justificación. Aun así, en el primer semestre de 2025 se registró una disminución del 13%, con 8.189 casos menos que en 2024 en hurto a personas, según la Alcaldía Mayor de Bogotá. Lo que demuestra que la ciudad puede mejorar y que se puede ver más allá de los riesgos.
Esa brecha de percepciones también se refleja en la oferta cultural. Los turistas con los que hablé coincidieron en destacar la variedad de planes: desde conciertos y ferias hasta museos gratuitos, ciclovía y recorridos gastronómicos. Para muchos bogotanos, en cambio, se reduce solamente a trancón, rutina y desinterés. Pero no han ido más allá: descubriéndola, caminándola, tomando fotos de las calles o de algún grafiti infaltable en las características paredes de ladrillo, o probando un buen ajiaco santafereño. Es como si la costumbre nublara la vista.
Aun así, los locales que se han tomado el tiempo de entender la capital resaltan que es una ciudad en la que es difícil aburrirse: “Me gusta mucho el ambiente de la ciudad, más que todo la Bogotá nocturna”, “aquí siempre encuentro qué hacer”. Más que una sensación, es un hecho. Para la última edición del Salón de Ocio y Fantasía (SOFA), que se realiza en el Recinto Ferial de Corferias, asistieron 203.803 personas en los cuatro días del evento, según el Instituto Distrital de Turismo. La Feria del Libro 2025 recibió 570.000 asistentes, consolidándose como epicentro cultural del país, de acuerdo con la Cámara Colombiana del Libro.
No se trata de negar los problemas, que son reales y urgentes, sino de reconocer lo valioso para cuidarlo y exigir que mejore. Reducir a Bogotá únicamente a lo malo es condenarnos a no conocerla.
A pesar de haber llegado a verla superficialmente en el pasado, cuando me tomé el tiempo de entenderla fue cuando empecé a descubrirla. Desde la mirada de los que vienen sin saber español, de muy lejos, o tal vez del mismo continente y compartiendo idioma, todos comparte algo: la fascinación por la fría Bogotá. Y si ellos pueden amarla, ¿por qué nosotros no? Tal vez lo que necesitamos es aprender a mirarla con otros ojos.
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