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11 de Septiembre de 2025 17:00
El acontecimiento reunió, en su segunda edición, a más de una docena de equipos de las categorías sub-7, sub-9 y sub-11 ratificando que el deporte es un espacio de formación y unión comunitaria.
“El amor al deporte es lo que más me motiva a seguir enseñándole a los niños, ver cómo lo disfrutan y la pasión que tienen por el fútbol”, expresó Leydi García, del Instituto Municipal de Recreación y Deporte de Cota (IMRD), mientras su voz se mezclaba con el bullicio de la tribuna que aplaude, grita y se emociona en la final del Mundialito de las Ferias y Fiestas de la Hortaliza 2025.
Durante una semana, los niños disputaron encuentros eliminatorios hasta llegar a la definición de los títulos, en una iniciativa del IMRD, la cual, buscó abrir espacios para la niñez dentro del marco de las festividades locales. La frase de Leydi no es una más, sino es el reflejo de lo que se vivió en un torneo que demostró que los entrenadores, más que instructores, son verdaderos formadores de vida.
En la categoría sub-7, España se coronó campeón tras vencer 2-1 a Argentina en la tanda de penales, luego de un empate 1-1 en el tiempo reglamentario, y Francia ocupó el tercer lugar al superar 3-1 a México. En el sub-9, Japón demostró su potencial al ganarle a Alemania con un marcador de 7-1, mientras que Brasil venció 3-0 a Colombia en la disputa del tercer puesto. Y por último, la categoría sub 11 tuvo como ganador a Ecuador, que derrotó 3-0 a Estados Unidos e Inglaterra completó el podio al lograr un marcador de 2-1 frente a Portugal.
Además de los triunfos, las risas y la pasión con la que los niños jugaban la final por su sueño, lo esencial también estuvo en la manera en que los profes acompañaron a sus jugadores, en cómo los aconsejaban con un lenguaje especial, en cómo los consolaban tras una derrota, a levantar la cabeza después de fallar un gol y cómo los motivaban para que nunca olvidaran que el fútbol es, ante todo, un juego que se disfruta.
García reconoció que no se trata solo de dirigir entrenamientos ni de trazar estrategias. “Trabajamos con vidas”, dijo con firmeza. “No es únicamente enseñar técnica, también debemos cuidar su bienestar. Tenemos que enseñarles a perder, ganar y empatar”. Su reflexión es un llamado a entender que el camino deportivo también es un proceso emocional, y que la pedagogía va más allá de la cancha.
El coordinador de las escuelas de formación del Instituto Municipal de Recreación y Deportes (IMRD), Álex Velázquez, afirmó que la energía de los niños es una fuerza que lo impulsa cada día a innovar. “Los niños y su energía siempre me mueven y me motivan. La rutina no está mandada a hacer, ellos no se cansan. Uno ve la evolución porque están en formación, y se vuelve un proceso muy satisfactorio”, indicó.
Lo que describe es un círculo virtuoso: los profesores entregan disciplina y acompañamiento, y los niños responden con alegría, entusiasmo y crecimiento. La recompensa no está en un marcador sino en los pasos que cada niño da hacia adelante, en la seguridad que va construyendo en sí mismo y en la capacidad de trabajar en equipo.
El metodólogo de la institución, Dolivan Grajales reconoció que, a edades tan cortas, la atención es frágil, dispersa, y los entrenadores terminan asumiendo un rol que va más allá del deporte. “Los ven como un papá más”, afirmó. La confianza que los pequeños depositan en sus profesores convierte cada palabra en una enseñanza duradera, cada gesto en una lección que marcará sus vidas. Y esa es, quizá, la mayor responsabilidad: saber que una indicación en la cancha puede convertirse en un consejo para la vida.
El cierre del Mundialito fue una fiesta de abrazos, sonrisas y fotografías. Los trofeos brillaban al igual que el brillo de los ojos de los niños, orgullosos de sí mismos, agradecidos con sus profes y emocionados por lo que viene. Cada gol, cada caída, cada abrazo en la final fue un recordatorio de que el deporte es una escuela de vida. Y en esa escuela, los entrenadores son los maestros invisibles que enseñan valores, forjan carácter y muestran que la victoria más grande no está en el marcador, sino en la formación de quienes serán los ciudadanos del futuro.
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