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28 de Agosto de 2025 16:05
El municipio se convirtió en un gran taller al aire libre; un espacio para la integración municipal y departamental
Las calles de Cogua se llenaron de arte y encuentro. La mezcla de voces, edades y miradas que hicieron del municipio un escenario donde niños, jóvenes y adultos coincidieron para demostrar que la cultura, más que entretenimiento es un lenguaje que une.
El primer espacio, y que dio inicio al festival, tuvo como protagonista a la palabra escrita con la décima edición del concurso de literatura “Cogua tiene la palabra”, institucionalizado mediante el Acuerdo 06 de 2017 y que este año reunió a más de 2.200 participantes.
Según Diego Bolívar, promotor de lectura y director del certamen, el género propuesto fue la carta: “Queríamos que los textos mostraran la intención más íntima del autor. Leer y escribir forman parte de lo que llamamos progreso intangible, ese que toca las fibras humanas más profundas”.
Para Bolívar, el concurso se sostiene gracias al activismo cultural y a la decisión de incluirlo en la política pública: “Eso garantiza continuidad, incluso en pandemia, y ubica a Cogua en un lugar privilegiado frente a otros municipios”, añadió.
Los finalistas se definieron tras un exhaustivo proceso de lectura en el que se valoró primero la esencia del texto y luego su forma. Hubo ganadores en tres categorías: infantil, juvenil y adultos.
Sara Benítez, de 11 años, escribió sobre el autismo de su hermano: “Tenemos que entender a las personas que lo viven, porque a nosotros nos queda más fácil adaptarnos a ellos que al revés”, expresó la menor.
En la categoría juvenil, María José Martínez, de 15 años, compartió un relato inspirado en un sueño no cumplido: “Siempre quise practicar ballet, pero es un deporte costoso y que se inicia desde muy pequeños. La escritura me permitió expresar esa frustración y transformarla en palabras”, manifestó.
En adultos, la voz de Consuelo Gallego, de 76 años, resaltó la importancia de la literatura como libertad y como puente generacional. Su texto giró en torno a la relación entre abuelas y nietos y la manera en que el amor trasciende normas sociales.
También, el festival contó con el evento “Arte al Parque” donde algunos de sus participantes contaban con años de experiencia en los campos de la escultura y el dibujo. La jornada no fue solo una exhibición, sino un espacio de creación, diálogo y aprendizaje, donde los asistentes podían conocer las historias detrás de cada obra y valorar el proceso creativo en vivo. Como señaló Santiago Gil, estudiante de Artes en Gachancipá: “estos encuentros son una oportunidad para compartir miradas y motivar a que más artistas participen”.
En palabras de Felipe Santana, oriundo de Cogua y ganador del concurso de fotografía Manuel Armando Montes Jiménez en la categoría profesional: “lo valioso está en que el público pueda presenciar cómo se construye una obra y reconocer en eso la experticia y cualidades de los creadores”, dijo.
“Muchas veces, cuando uno escucha que hay un festival en Cogua, piensa solo en fiesta, baile o danzas. Pero lo valioso de estos escenarios es que permiten ver cómo se construye una obra, seguir todo el proceso y entender el trabajo y la dedicación que hay detrás”, concluyó Santana.
En medio de los lienzos, la interacción entre el público y los creadores era constante. José Carrasco, que vivía por primera vez la experiencia de trabajar en un espacio público, lo resumió con entusiasmo: “Es una dinámica cultural y social. La gente se acerca, pregunta, se interesa, y eso nos enriquece también a nosotros como artistas”.
La diversidad también se notaba en los acentos y en las técnicas. Pintores, grabadores y escultores llegaron desde distintos municipios de la región. El Festival del Rodamonte dejó en claro que en Cogua la cultura es un motor social. Como dijo el artista Éider Guavita: “Esto se volvió una cofradía muy chévere, porque nos encontramos artistas de todas partes y eso enriquece todo el proceso artístico”, culminó.
Más allá de la estética, se trata de un puente entre generaciones, un espacio de diálogo y un camino para fortalecer la identidad cultural de la región.
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