Sigue nuestras emisiones en directo desde esta página, y no te pierdas ningún evento y actividad.
Sigue nuestras emisiones en directo desde esta página, y no te pierdas ningún evento y actividad.
Buscar
1 de Diciembre de 2025 10:26
Lobo Negro deslumbra con su estética ochentera y su fuerza visual, pero su cocina no alcanza la misma intensidad.
| Restaurante Lobo Negro |
Logo oficial |
Chef Propietario y cofundador: Jaime Torregrosa y Manuel Barbosa |
Locación: Cr 4A #26C-12 (La Macarena, Bogotá) |
Estilo: Cocina contemporánea colombiana y fusión de coctelería |
Apertura oficial: agosto de 2025 |
Calificación: *** |
La cocina de Torregrosa y Barbosa irrumpe con fuerza, pero basta el primer bocado para notar que la emoción inicial no alcanza a sostenerse. El concepto aúlla, pero los sabores se quedan a medio camino.
Jaime Torregrosa, destacado chef colombiano con más de 15 años de trayectoria y experiencias en cocinas de estrellas Michelin como Manresa y Grace en Estados Unidos y Ca Sento en Japón, continúa expandiendo su visión culinaria más allá de Humo Negro —su reconocido restaurante inaugurado en 2021 en Bogotá— con una nueva propuesta junto a Barbosa: Lobo Negro. Este nuevo espacio, creado en agosto de este año, funciona como una puerta al pasado filtrada por una sensibilidad contemporánea. Al ingresar, la atmósfera evoca la vibra de los años ochenta: luces cálidas, vinilos girando, sintetizadores suaves y una mezcla entre el espíritu rebelde del rock y el pulso moderno de la capital.
En la Cr 4ª #26C-12 en la Macarena, Bogota, el lugar genera expectativa inmediata gracias a su estética vibrante, en la que el arte urbano, los murales de grafiti y una curaduría musical nostálgica construyen una identidad fuerte. Sin embargo, aunque el concepto visual y ambiental resultan atractivos, la propuesta gastronómica se percibe más contenida de lo esperado. El menú, reducido y de sabores correctos, no siempre alcanza el nivel de innovación que promete la potencia conceptual del restaurante, contrastando con la audacia que ha caracterizado la carrera de Torregrosa.
El primer piso presenta un concepto innovador que fusiona el arte urbano con la gastronomía contemporánea. Allí se exhiben las obras de Erre, reconocida pintora y muralista de grafiti colombiana cuya colaboración aporta una estética vibrante y coherente al concepto del restaurante ideado por el chef Torregrosa. Junto a Manuel Barbosa, uno de los bartenders más destacados del país y su socio creativo, Torregrosa dio vida a una propuesta que integra el espíritu del arte callejero colombiano con una cocina de autor moderna y sabores que oscilan entre lo local y lo internacional.
En el segundo piso, los murales se mezclan con un diseño interior de líneas minimalistas, en perfecta armonía con la propuesta culinaria: un menú selecto, de opciones precisas pero exóticas, donde cada plato busca sorprender desde la estética, la textura y la intensidad de los sabores. Las letras de Duran Duran, Eurythmics y The Cure, junto con el espíritu del new wave ochentero, le otorgan al restaurante un aire vintage que cautiva a los amantes de la música de esa época. La barra de cocina a la vista despierta curiosidad por la preparación de los platos; pero, al final, no alcanza las expectativas.
Y es precisamente cuando la experiencia llega a la mesa donde la narrativa comienza a desmoronarse, donde los sabores carecen de identidad propia. El Lobo Fried Chicken, acompañado de una ensalada de hierbas, ofrece un inicio agradable con un leve toque dulce, aunque sin llegar a sorprender. Los ingredientes de costillas BBQ sazonadas con salsa de la casa con papa criolla y ensalada, servidas en un plato oscuro y pequeño, aunque están bien ejecutados, resultan demasiado simples y carecen de ese valor agregado distintivo capaz de crear una mezcla o un matiz gustativo que deje deseo de repetir, especialmente considerando el precio. El ganache con helado de chocolate cierra la experiencia con un gusto agradable, aunque su tamaño y combinación no logran dejar una huella memorable. En conjunto, la presentación de los platos se percibe demasiado simple frente al concepto artístico y exótico que el restaurante busca transmitir.
La sencillez de los platos no logra corresponder a la extravagancia del concepto visual del restaurante. El espacio, amplio y llamativo parece prometer una experiencia distinta; sin embargo, la propuesta gastronómica —correcta pero desprovista de un sello propio— se queda corta frente a la narrativa visual que el lugar intenta construir. No es un restaurante que invite a regresar con frecuencia ni deja ese antojo persistente por un plato inolvidable. En últimas, los platos no alcanzan a responder al concepto tan grande, tan cool y tan moderno que el restaurante aspira a representar.

Conoce más historias, productos y proyectos.